Capítulo 8

El NiÑo Clonado

 

El 2000, último año del siglo XX y fin del milenio, me acompañó para iniciar una nueva fase de mi vida profesional en una creciente ciudad fuera de mi patria.

Fue el propio Dr. Epstein quien me recibió y llevó por todos los departamentos a presentarme con el numeroso personal técnico y científico que estaba bajo sus órdenes, para terminar en la dirección del hospital donde me introdujo con los altos directivos quienes se encargarían de tramitar ante las autoridades migratorias, mi estancia legal en el país.

Los laboratorios del Hospital Universitario, sobre todo los laboratorios de investigación, estaban equipados con lo más avanzado en tecnología moderna y no había limitación alguna en cuanto a material y personal; a mi me confinaron al laboratorio de Citogenética y me asignaron mi área de trabajo y dos técnicas calificadas para auxiliarme en mi labor que consistía en elaboración de tejidos, dándome suficiente tiempo para llevar a cabo mis propias investigaciones.

Lo primero que hice fue familiarizarme con mi lugar de trabajo e inicié un recorrido por el mismo acompañado de una de las técnicas; de inmediato llamó mi atención un curioso montaje donde un tubo elástico era estirado y expandido rítmicamente, alimentado por nutrientes, convenientemente oxigenado, dentro de un receptáculo perfectamente estéril y con temperatura controlada.

- ¿Qué será esto? - pensé sin atreverme a exhibir mi ignorancia delante de mi acompañante.. parece un vaso sanguíneo de grueso calibre, ¿o será una tráquea?...todos los condenados tejidos se ven igual de pálidos por falta de la corriente sanguínea.                        

 - Estamos construyendo una arteria sobre pedido- me dijo amablemente una voz que resultó  ser la de un joven Dr. - que en la bolsa de su bata ostentaba un gafete con el nombre de John Phillips,- viniendo hacia mi y extendiendo su mano a manera de bienvenida.

- Que interesante - respondí yo, correspondiendo al saludo.

- Parece algo complicado - dije insinuando una explicación.

- Sólo un poco más que otros tejidos, debido al movimiento continuo del tubo de polímeros artificiales, por lo demás es la misma técnica empleada en otros productos - explicó el larguirucho Dr.

Verás - continuó:

“A grandes rasgos primero cultivamos las células de la capa interna de la arteria y las adherimos al tubo para que continúen multiplicándose por toda la superficie; después agregamos encima las células que formarán la capa muscular y por último las células de la capa externa, y ya está lista la refacción del paciente hecha con sus propias células para evitar cualquier rechazo inmunológico.”

- ¡Magnífico! - expresé admirado - espero me permitirás practicar esta  técnica, llegado el momento.

- Será un placer - asintió, cuando me alejaba hacia otra sección.

En el siguiente sector reconocí de inmediato una serie de vejigas artificiales en las que se estaban reproduciendo células.

- Este es el departamento del Urólogo y Citogenetista Pablo Desens - me dijo mi ayudante y continuó:

“Las primeras cuatro vejigas están cultivadas con células de mono, con las que ha estado experimentado con éxito el Dr., y estas dos son cultivadas con células humanas que se usarán como transplante en un paciente con un carcinoma de vejiga.”

-¡Asombroso! - exclamé.

En mi recorrido, observé cultivos de células adiposas, fabricación de nervios, dedos, apéndices como oreja y nariz y el montaje de una sección nueva para producción de córneas según las especificaciones de la Universidad Laval, en Canadá.

El primer trabajo que me encomendó el Dr. Epstein, fue el cultivo de células cartilaginosas para un paciente que sufrió un accidente automovilístico donde se lesionó sus dos piernas; había quedado inmovilizado por muerte de su tejido cartilaginoso que sirviera de cojín entre los huesos fémur y tibia, por lo que, al pararse le ocasionaba un dolor inaguantable en ambas rodillas.

El traumatólogo pretendía injertar células cartilaginosas cultivadas del propio paciente, removiendo periosto o tejido óseo y allí sembrar las células para regenerar el cartílago.

Para eso me entregaron una porción pequeña de tejido cartilaginoso sano del paciente, y me dediqué de inmediato a cultivar células en un medio líquido para que no adquirieran un formato determinado, con los nutrientes, oxigenación y temperatura adecuados. Cuando llegó la fecha programada para la operación quirúrgica, ya tenía suficientes células multiplicadas y yo mismo las entregué al quirófano envasadas en dos delgados tubos asépticos de polietileno sumergidos en líquido antiséptico.

Me quedé curioso a ver la operación por la ventana superior de la sala siguiendo paso a paso el procedimiento; una vez que el traumatólogo hubo socavado y raspado el hueso de los extremos de ambos fémures, procedió a coser sobre las excavaciones una fina película de polímeros absorbibles formando unas bolsas por cuyo extremo superior introdujo las células cultivadas contenidas en los tubos de polietileno; acto seguido cosió firmemente los orificios y cerró por planos dando por terminada la operación. Ahora, había que cruzar los dedos para que las células se adaptaran a su nuevo ambiente y formaran el tejido amortiguador que tanto necesitaba el enfermo.

Meses después, cada que tenía un tiempo, iba a la sala de fisioterapia para ver los ejercicios de rehabilitación del paciente; era emocionante observar cómo aquel ser humano volvía de nuevo a dar sus primeros pasos después del accidente, lleno de esperanza.

 Poco a poco me fui adaptando a mi nuevo ambiente y desenvolviéndome cada vez con mayor confianza y rapidez; el Dr. Epstein me orientaba y me ayudaba a resolver algunos problemas técnicos cuando estos se presentaban.

Hice nuevos amigos de diferentes partes del mundo, entre ellos muchos latinos con relevantes grados académicos, todos brillantes con el mismo común denominador.. la falta de oportunidad en sus respectivos países.

En el caso de México, las estadísticas muestran aún cifras aterradoras; en el período comprendido de 1980 a 1998 se doctoraron en Universidades de Estados Unidos, 1,678 personas y sólo dos de cada diez investigadores regresaron; ¿Por qué? Porque nuestro País no tiene capacidad para darles empleo, porque en otros países encuentran puestos más remunerativos, más apoyos y mejor tecnología.

Cada doctorado le cuesta a la nación unos trescientos mil dólares y al final van a engrosar las filas de las universidades o industrias extranjeras, si lo dudan pregúntenle al Dr. René Drucker quien perteneció al Instituto de Investigación Científica de México.

Se requiere de un mayor presupuesto para la ciencia y apoyo a los grupos de investigadores, así como la difusión y avance de sus trabajos, de lo contrario seguirá el escape de talentos.

Esta situación originaba y sigue originando en consecuencia la fuga de cerebros que la Unión Americana inteligentemente acoge, por su calidad, como inmigrantes de primera categoría dándoles toda clase de facilidades.

 Le pedí al Dr. Epstein su autorización para reanudar mi investigación sobre inhibidores de enzima telomerasa en células malignas.

- Ya era hora - me contestó en tono de broma.

- ¿Tienes todo lo necesario?- me preguntó en mi lengua, evidentemente queriendo practicar su español.

Sí, -

“Únicamente necesito su ayuda para obtener diferentes enzimas telomerasa purificadas y modificadas en varios puntos de su estructura molecular según estas especificaciones.” - le dije entregándole unas hojas con la fórmula química desarrollada.

No hay problema -

“Le pediremos al Instituto de Química Orgánica que nos solucione este asunto; por lo pronto organízate para que inicies en cuanto tengamos las substancias” -dijo alejándose a toda prisa-

Cuando llegó el encargo me dispuse de inmediato a trabajar mi proyecto que consistía en sustituir por competencia dentro de la célula cancerosa, la telomerasa normal por una telomerasa modificada que haría variar sus propiedades como reparadora de telómeros.

Para eso, primero procedí a hacer diluciones con equipo automatizado, de inhibidores de telomerasa 1, telomerasa 2, telomerasa 3;  segundo agregar la concentración de células cultivadas de tejido tumoral de teratocarcinoma y dilución de células normales de tejido prepucial como testigos e incubación controlada.

Pasado el tiempo necesario y repetido el experimento varias veces, estuve en condiciones de comentar los resultados muy alentadores con mi jefe científico el Dr. Epstein, contenidos todos en un disco de computadora.

En su oficina, le mostré detalladamente las tablas y gráficas obtenidas en la investigación y le expresé:

“Como puede observar, la telomerasa dos que sufrió cambio en el grupo amino, fue la que inhibió en un 87 % el desarrollo de las células malignas; la telomerasa 1 y 3  restringieron el crecimiento celular en un 75 y 80 % respectivamente, lo que viene a corroborar lo reportado en Nature por el Biólogo Weinberg referente a que aparte de la telomerasa, existen también otras proteínas de genes mutantes que desencadenan la reproducción incontrolada en las células cancerosas.”

- Interesante resultado y muy prometedora la substancia ensayada, - dijo el Dr. Epstein,- pero no hay que esperanzarse demasiado, pues es bien sabido que substancias muy exitosas in vitro, son un verdadero fracaso cuando se utilizan in vivo. Y continuó:

“Pasaremos el reporte de la investigación y ésta proteína modificada al departamento de Farmacología para que vayan realizando estudios en animales de laboratorio y obtener los resultados preliminares” -abundó el Dr-.

- Sólo espero - dije con gran preocupación - que las células tumorales en seres vivos sean suficientemente sensibles a bajas dosis de telomerasa 2, pues de no ser así envejecería todas las células del cuerpo del espécimen.

-Sí - comentó el Dr. - esto es terriblemente complicado. A pesar de que se gastan millones y millones de dólares en investigaciones sobre el cáncer en todo el mundo, este parece seguir tan campante.

Ya para despedirme le informé al Dr. que continuaría mi investigación, ahora ensayando algunos supresores biológicos del cáncer como el RAS, el TP53, PRB y el Cininógeno T.

El Dr. asintió, mientras se concentraba en la pantalla del monitor, observando las gráficas de mi estudio.

 Al día siguiente, me llamó el Dr. Epstein a su oficina y me dijo:

“Dentro del ciclo de conferencias del Hospital, está una plática sobre Genética Intracelular el próximo viernes, quiero que cubras la exposición a los alumnos del cuarto año de medicina.

- ¿Sobre que tema en particular?- pregunté dubitativamente.

- Sobre lo que estás trabajando, tu sabes telómeros, supresores, etc.

- Bien- asentí.

-¿A qué horas y en que parte? - cuestioné.

- A las 10:00 A.M., en el auditorio del cuarto piso -

- Ok - dije encaminándome hacia mi departamento de trabajo.

Llegada la hora de la conferencia, recogí de mi oficina, notas, diapositivas, me puse una bata inmaculada y me dirigí tranquilo al cuarto piso. Me gustaba la enseñanza.

Antes de entrar a la sala, pude leer en una placa pegada en una de las puertas que decía: Conferencia: Genética Intracelular. Viernes 10:00 A.M. Expositor: Prof. Enrique Bernier.

Subí al estrado donde ya me esperaba un ayudante para manejar los aparatos de proyección y luces de la sala, saludé a una estancia con una muy buena asistencia y empecé mi exposición de la siguiente manera:

“Desde que surgió la vida en el planeta tierra, ha sido la naturaleza quien se ha encargado de jugar más o menos al azar con la evolución a través de millones de años, experimentando, mutando o cambiando a los seres vivos, en ocasiones favorablemente y en otras, con rotundos fracasos. Hasta nuestros días han desaparecido y siguen desapareciendo miles de especies ya sea por nuestra culpa, por el cambiante medio ambiente o por una mala dotación genética  que les ha vuelto incapaces para adaptarse a una nueva situación.

Sin duda, el éxito mayor de la evolución fue el mismo Hombre quien tuvo la afortunada coincidencia de mutar sus genes a favor de la inteligencia en un proceso lento que duró miles de años. Ahora la raza humana haciendo uso de esa inteligencia y teniendo como herramienta la manipulación genética, está ya ayudándole a la propia naturaleza en la tarea de la evolución, para dirigirla concienzudamente hacia nuestros propios fines.

La evolución natural es todavía en muchos casos causante de mutaciones fallidas que se traducen en los organismos como malformaciones y enfermedades hereditarias; en su intento por mejorar los atributos genéticos, a ocasionado también sufrimiento y muerte, tal es el caso del cáncer por citar un ejemplo.

La principal motivación que nos obliga a tomar la Genética en nuestras manos, es la de corregir los errores de la evolución natural y curar los males ya causados.

Si el hombre modifica su medio ambiente conforme a sus necesidades, es razonable que sea él el encargado de ver por su adaptación y la de los demás seres vivos, y no dejar que se encargue de ello la naturaleza de manera lenta y salvaje, como dijo atinadamente el científico Charles Gershenson.”

Hice mi primera pausa para terminar con la introducción y ordenar que se pasara la primera diapositiva; en esta transparencia se mostraban los cromosomas humanos y en sus extremos brillando con fluorescencia unas pequeñas porciones.

“Estas pequeñas porciones brillantes - indiqué con mi señalador laser- son nucleótidos de ADN formados por tres de las cuatro clases de bases púricas y pirimídicas en esta secuencia TTAGGG ..-escribí en un pizarrón blanco con marcador de color rojo- es decir: timina, timina, adenina, guanina, guanina, guanina. Son los telómeros los cuales son responsables de cuántas veces se reproducirá o replicará la célula pero, cada vez que la célula se divide, estos telómeros pierden entre 5 y 20 fragmentos teloméricos, se acortan hasta que llega el momento en que termina su función y la célula muere de vieja, (muerte celular programada o apoptosis). Si no fuera porque en algún cromosoma se fabrica una proteína o enzima llamada telomerasa, quien tiene la facultad de reparar el telómero, moriríamos más pronto de vejez.

Este acortamiento de telómeros, ha puesto en tela de duda la edad genética de la famosa primera oveja clonada Dolly, ya que la parte final de sus cromosomas es más corta que la de las ovejas normales, lo que sugiere que heredó la edad de las células de su madre de seis años (Dolly actualmente tiene 4 años). Sin embargo los datos presentados por la empresa PPL Therapeutics, no resultan convincentes debido a que los telómeros también pueden ser más cortos por proceder de células cultivadas que se han dividido muchas veces en el laboratorio; por otra parte, hay evidencias de que la reproducción natural puede reparar este desgaste de telómeros, pues Bonnie producto del primer parto de la oveja Dolly que fue concebida a la manera tradicional, es completamente normal. 

La falla genética de la enzima telomerasa, ocasiona lo que ustedes conocen como síndrome de Werner o Progerie que es envejecimiento y muerte prematura en niños y se encuentra en el cromosoma 8. Por otro lado, cuando la disfunción genética es en sentido contrario, es decir cuando hay sobreproducción de la enzima telomerasa, entonces se traduce en un aumento incontrolado de células que forman un tumor maligno ocasionando, junto con otros factores, las diferentes clases de cáncer.”

En ese momento proyecté varias diapositivas con distintos tipos de tumores cancerosos, a la vez que decía:

“¿Es este fracaso genético de la evolución natural un intento fallido -hasta el momento,- por lograr un perfeccionamiento en la reproducción celular, dentro de un millón de años más, que nos convertiría en seres inmortales?...salvo claro está, los accidentes fatales, las muertes intencionales y las enfermedades no genéticas.

Robert Weinberg del Instituto Whitehead, decidió no esperar tantos años e introdujo en células viejas el gene productor de la enzima telomerasa logrando con esto una hazaña científica: la inmortalidad celular. ¿Se imaginan ustedes los alcances de este descubrimiento?...Pero el investigador observó que esas células inmortales sanas no tenían analogía con la célula cancerosa, por lo que dedujo que existían también otros factores que desencadenaban la malignidad de la célula.

Para eso, hizo penetrar en células inmortales de riñón y tejido conjuntivo, un segundo gene mutado, un polipéptido llamado oncogén RAS de Harvey, aislado en 1981 - siendo coautor Mariano Barbacid, eminente oncólogo español,- que está localizado en el cromosoma número once y que aparece en forma anormal en un 25 a 30 por ciento de los cánceres; aunque no se conoce muy bien su función, parece que en forma normal antes de ser oncogén, permite luchar contra el envejecimiento celular. Una vez franqueada esta etapa, introdujo en las mismas células un gene de virus de mono, el SV40, muy conocido por los genetistas desde los años 50 que tiene la propiedad de neutralizar la actividad de una proteína TP53 cuyo gene se encuentra localizado en el cromosoma número 17 y de otra proteína PRB que actúan cada una a su manera como supresoras o frenadoras del  desarrollo de tumores.

De esta forma logró Weinberg y colaboradores fabricar células cancerosas con todas las características de las que logran sobrevivir en el cuerpo. El trabajo de este científico es considerado como un acontecimiento fundamental y está consignado en la revista británica Nature.

Este logro científico, nos permitirá, entender mejor los mecanismos misteriosos del cáncer que están relacionados a la mutación genética provocada por algunos virus, que se encuentran entre el 30 y 40 por ciento de las formas de cáncer; así como también permitirá administrar tratamientos más eficaces y más específicos.”

Hice otra pausa para humedecer mi garganta con agua embotellada, y para observar el grado de atención de aquel conglomerado estudiantil. Era satisfactorio y entonces continué:

“Pero todas esas proteínas que describimos, no son las únicas que intervienen en los procesos de alteración celular, sino que hay otras más (unos 100 genes con proteínas implicadas en el desarrollo de tumores) que están interrelacionadas con la inmortalidad o la mortalidad a nivel molecular, tanto si actúan como si dejan de actuar; por eso es incorrecto pensar que sea un solo gene el responsable de alterar el equilibrio celular, y también por eso es tan endemoniadamente difícil dar con la solución final a este flagelo de la humanidad.

Una proteína llamada Cininógeno T. es una antagonista de la telomerasa en cuanto a su acción, podríamos llamarle el marcador de la muerte, porque está relacionado con el envejecimiento y parece activarse poco antes del destino final.

El Dr. Felipe Sierra quien es investigador del Instituto de Ciencias Biomédicas y catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, ha estudiado estas substancias precursoras del grupo químico cininas y ha observado en ratas de laboratorio que la concentración de cininógeno T, aumenta considerablemente y siempre unos meses antes de que los animales mueran de viejos.

En Polonia, un estudio similar pero en humanos, ha demostrado que también esta proteína aumenta meses antes del final de la existencia.”

Proyecté otra transparencia y expliqué:

“En estas dos gráficas pueden observar, que el cininógeno T cuantificado en humanos, asciende en forma lineal, mientras que en ratas forma una curva pronunciada, pero al fin y al cabo, siempre se eleva.

En otra faceta de la investigación el Dr. Sierra introdujo cininógeno en células sanas de cultivo y logró inhibir la proliferación de las mismas demostrando que el efecto de la proteína es la del envejecimiento, es pues un gerontogene, característica que puede coadyuvar a detener la multiplicación de células malignas.

La siguiente etapa de esta investigación consistirá en estudiar animales transgénicos que producirán cininógeno desde un principio, los cuales están siendo preparados en Filadelfia, para estudiar el efecto de la proteína en células que no sean de cultivo; será interesante conocer los resultados.”

Hablé durante un tiempo más, sobre genes mutantes causantes de enfermedades genéticas y al final comuniqué a los atentos estudiantes:

- Sólo nos quedan unos minutos, por si tienen ustedes alguna pregunta - dije consultando mi reloj de pulsera.

Pasados unos segundos, una doctora en ciernes levantó la mano y preguntó:

- ¿Cómo inhibe el cininógeno a nivel molecular la proliferación de células? -

“El cininógeno obstaculiza las vías de transducción de señales, o lo que es lo mismo evita que la información química de reproducir células, llegue al núcleo de las mismas. Al no recibir el estímulo no hay conocimiento de que la célula debe proliferar o bien lo hace de una forma más limitada. Este mecanismo de señales es el que se emplea para responder en buena forma al medio ambiente e impedir situaciones que perjudicarían al ser vivo.” - le respondí a la estudiante convencido de haber satisfecho su apetito de conocimientos.-

Otro estudiante de gruesos lentes preguntó:

-¿Hay alguna línea de investigación en nuestra Institución relacionada con la conferencia dictada por Usted?-

“Como en todo el mundo, nuestros laboratorios de investigación estudian diferentes caminos para derrotar a este escurridizo enemigo, azote de la humanidad; desde la oncología molecular e identificación de genes - que de una manera u otra están involucrados en la formación del cáncer,- hasta la patología molecular programa de diagnóstico con la utilización de biochips.

Por lo que a mi respecta, acabo de terminar un estudio preliminar sobre telomerasa modificada, que podría coadyuvar en el combate contra esta enfermedad. En las transparencias podrán observar algunas tablas con los resultados obtenidos, así como las gráficas correspondientes; quien se interese por conocer con más detalle este estudio, podrá consultarlo en el boletín científico del Centro de Investigaciones de este hospital.”

Otro estudiante de espesa barba cuestionó:

- ¿Qué son los biochips, que función tienen?

“Bueno...esta pregunta sería tema para otra conferencia, pero sucintamente le puedo informar que los biochips, lo último en tecnología moderna, son estructuras electrónicas o informáticas encaminadas al diagnóstico del cáncer y a otras disfunciones genéticas, para poder establecer una correlación entre los patrones de expresión de los tumores y su desarrollo y comportamiento clínico, con el objeto de identificar su posible respuesta a los medicamentos.”

- Gracias - murmuró el barbudo en actitud pensativa.

Hubo otras preguntas, más bien, elucubraciones filosóficas y bioéticas acerca de la inmortalidad de las células y su posible manipulación genética que empezaron a calentar las posturas de las diferentes corrientes de pensamiento, como:

- Según los avances en Biogenética ¿Podremos ya dar algún sentido a los sueños de inmortalidad?- preguntó alguien.

 “Bueno.. a decir del Biólogo Michel Rose de la Universidad de Irvine California, nadie debe espantarse de la palabra inmortal. Ya hay trabajos realizados en el gusano llamado Caenorhabditis elegans, que han permitido duplicar su vida media manipulando sus genes durante el proceso de división de los embriones, en especial los genes Daf 2 y Daf 16; los humanos poseemos una pareja de genes muy similares a las del nemátodo, los llamados ICE; él mismo es coautor de un trabajo sobre la mosca Drosophila melanogaster donde han logrado prolongar hasta diez veces más las expectativas de vida del insecto.”

- Yo pienso- dijo otro estudiante tomándose la palabra olímpicamente- que elucubrar sobre inmortalidad desvirtúa el verdadero objetivo de la ciencia en general, una vida sin muerte carece de sentido pues se adormecerían las ambiciones naturales del individuo. Sin conciencia de la muerte, no se puede imponer un derrotero en la vida.

- El sentido de la vida es acabar con la muerte. ¿Qué no estamos nosotros mismos preparándonos para acabar con ella?- matizó una estudiante de rubia cabellera.

- La muerte es parte de la vida misma. Se puede aplazar pero no evitar.- le contestó otro estudiante de incipiente calvicie, enfatizando con el índice al frente. Y continuó:

- Deberían prohibir las investigaciones de este tipo ya que son socialmente despreciables- concluyó al tiempo que se escuchaba un murmullo de desaprobación.

- ¡Nadie podrá detener a la Ciencia! ¡No existen límites para la investigación Biogenética!- expresó a viva voz otro impetuoso estudiante.- El planteamiento de los científicos que buscan la inmortalidad en los seres vivos, es revolucionario y no tiene por qué ocasionar un caos a algo que llegará más pronto de lo imaginable.

Cuando abandoné el piso sin que siquiera se dieran cuenta los estudiantes, todavía estaban enfrascados en su debate. Sonriente y moviendo la cabeza pensé:

Lo dicho, todos los temas sobre Genética provocan polémica.

 

Mientras tanto, ¿Cómo se desarrollaba mi vida privada?

Satisfactoriamente aunque muy activa. Diariamente consumía 132 millas de lunes a viernes desde mi hogar que estaba en la frontera de Nogales, México, hasta mi centro de trabajo; mi hora habitual de levantarme de la cama eran las 6:00 A.M., ingerir un frugal desayuno y tomar carretera para estar en mi trabajo a las 8:00 A.M., comía en el hospital y a las 4:00 P.M. disponía mi regreso a casa.

Era imperioso establecernos en Tucson por razones obvias pero, teníamos que esperar el fin del ciclo lectivo de Quiqui, tramitarle sus documentos migratorios para su estancia legal en Estados Unidos y algunos detalles más; por Eva mi esposa no había ningún problema, ella tenía sus documentos de inmigración en regla, desde su época de estudiante en un colegio católico en Nogales, Arizona; además era importante para mi, empezar un postgrado y eso requeriría de más horas de estancia en la ciudad para acudir a la Universidad.

El 26 de junio, me desperté con el anuncio de un gran acontecimiento científico, - equiparable por su importancia,- con la división del átomo o la llegada del primer ser humano a la luna.

Bill Clinton Presidente de Los Estados Unidos y Tony Blair Primer Ministro del Reino Unido, declararon en nombre de más de mil científicos participantes en el acontecimiento, el desciframiento del 97 por ciento del Genoma Humano.

El Proyecto Genoma Humano empezó en 1990 por una iniciativa internacional integrada por Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Alemania, Japón y China, con un costo aproximado de $ 3,000.00 millones de dólares, destinado a completarse para el año 2003, (tres años anticipados de lo estimado hasta ahora.)

En el año de 1998, el científico Craig Venter se separó del Proyecto Genoma Humano y decidió crear una empresa privada concurrente a la anterior que denominó Celera Genomics Corporation, en Rockville Maryland, con un sistema diferente para secuenciar más de 3,000 millones de bases químicas que están escritas en el ADN contenido en los cromosomas humanos dentro del núcleo de todas las células, a excepción de los eritrocitos o glóbulos rojos.

Pero en esta fecha y como resultado de presiones políticas, ambos proyectos acordaron limar diferencias y reivindicar conjuntamente esta gran hazaña científica.

El desciframiento secuencial de estos nucleótidos (que son químicamente bases púricas y pirimídicas formadas por A = Adenina,   C = Citosina, G = Guanina y T = Timina), ha sido considerado como uno de los mayores logros científicos de la humanidad, donde el hoy es el momento en que el presente se está convirtiendo en futuro y ha comenzado una nueva era en la genética de los seres vivos que traerá como consecuencia un gran avance en la etapa evolutiva del hombre y su transformación hacia una especie más perfeccionada.

En 23 grandes tomos que corresponden a 23 microscópicos pares de cromosomas, están contenidos más o menos entre 80 y 100 mil genes que conforman El Libro de la Vida o El Libro de Instrucciones del Ser Humano, y en esos genes están codificadas las secuencias de más de 3,000 millones de letras, que hoy los genetistas están terminando de desmenuzar por medio de súper computadoras, para conocer en qué parte de cada gene están determinadas las características individuales como el color de los ojos, la inteligencia, el talento para una señalada disciplina artística, el comportamiento, la orientación sexual, la propensión a las drogas y a las más de 4,000 enfermedades genéticas que nos afectan como el cáncer, las afecciones cardiacas, el mal de Alzheimer, la diabetes, la hemofilia, etc.

Cuando se complete la secuenciación del Genoma Humano, nos permitirá la identificación de la totalidad de los genes completando una genómica estructural, la cual dará paso al estudio de una genómica funcional o al conocimiento de los distintos procesos hasta ahora no muy bien dilucidados como la inmortalidad y el envejecimiento de las células, la regeneración de órganos y tejidos, el desarrollo de embriones; será posible la inclusión de nuevas técnicas de diagnóstico a nivel molecular para la identificación de otras enfermedades genéticas que hasta el momento no están disponibles en el catálogo de laboratorio; habrá avance substancial en Terapia Génica, en la Biología, en la Farmacogenómica, rama de la medicina que se está encargando del desarrollo de medicamentos más específicos contra enfermedades genéticas y otros avances que traerán consigo beneficios importantes.

Pero estos avances no deberán estar exentos de extraordinarias responsabilidades por parte de científicos y quienes tengan acceso a estos. Será obligado definir los criterios éticos y legales para la explotación de esta poderosa herramienta vital y utilizar sabiamente los nuevos conocimientos para asegurarse de que la nueva investigación genética y sus derivados, sirvan para beneficio de toda la humanidad  y no para un solo grupo elitista.

Fue muy interesante la propuesta de Bill Clinton cuando expresó:

“Creo que sería muy bueno si Estados Unidos, Gran Bretaña y todos los que deseen trabajar con nosotros, pudiéramos llevar a cabo un nuevo proyecto en común como lo hemos hecho con el Genoma Humano, para analizar sus implicaciones legales, sociales y éticas.”

Yo pienso que la reglamentación bioética, social y legal, debe de ir aparejada en todo momento y no quedarse a la zaga debido a la extraordinaria fluidez con que se están dando los acontecimientos científicos, y también pienso que el medio médico es el fin más justificable para la práctica de los nuevos conocimientos.

Pero más allá de estas consideraciones y nobles deseos, surgen poderosos intereses económicos y científicos, tanto así que ya aparecen en las cotizaciones de la bolsa de valores.

La competencia entre los centros públicos y la compañía privada es enconada y en una carrera desenfrenada por completar primero la secuenciación del Genoma Humano; ambos saben que el primero que llegue a la meta, será mandamás de la medicina durante los 50 o 100 años siguientes.

Celera Genomics Corporation con Craig Venter a la cabeza, ya ha estado vendiendo sus resultados a un consorcio de 45 millones de dólares formado por fuertes compañías farmacéuticas entre ellas Novartis, Bayer, Bristol Myers, Squibb y Glaxo Wellcome con el propósito de producir fármacos genéticos específicos o medicamentos a la medida para determinadas enfermedades de origen genético y para vender información de sus investigaciones genéticas mediante un banco de datos al público.

En cambio el centro público formado por la iniciativa internacional llamada Proyecto Genoma Humano, donde Estados Unidos a través de sus instituciones científicas especialmente el Instituto Whitehead de Investigación Biomédica, del MIT (donde ha sido hecho la mayor parte del trabajo y el Sanger Centre de Cambridge Inglaterra, quien ha descifrado la tercera parte del genoma) han puesto en la Red  los resultados, como un servicio gratuito en beneficio de la ciencia y la humanidad.

En contra de la privatización del genoma humano, muchos científicos y políticos en todo el mundo, han manifestado su repudio, aduciendo que la información almacenada en el ADN humano como la vida misma, es patrimonio de la humanidad y que por este motivo ha de estar a entera disposición de la comunidad científica sin patentes que obstaculicen el libre acceso a la información; algunas organizaciones no científicas consideran este acto como un intento de patentar el “softwere” de Dios.

Para la secuenciación de más de 3,000 millones de bases químicas representadas por letras que integran el genoma humano, existen dos métodos:

Uno el que utiliza Venter en su empresa privada por vía rápida y que ha sido criticado por algunos científicos como radical e inexacto y que consiste en fragmentar de golpe los 23 pares de cromosomas humanos, en unos 70 millones de fragmentos, después secuenciarlos y luego ordenarlos por medio de súper computadoras.

Otro método, el que utiliza el Proyecto Genoma Humano con Collins a la cabeza, se han decidido por fragmentar el ADN de los cromosomas humanos, uno por uno; primero obtienen pedazos relativamente largos de unas 150 mil letras de longitud, después se vuelven a fragmentar, se secuencian y se ordenan. Este método es más lento pero más preciso y aún así se ha logrado secuenciar hasta más de 17 mil bases diarias.

Paralelamente al estudio del genoma humano, se secuencia también el patrimonio genético de muchos seres vivos desde bacterias virus y levaduras, pasando por gusanos y moscas hasta llegar a los mamíferos, pues sin este conocimiento, quedaría incompleto el estudio de la herencia de genes, muchos de los cuales compartimos con ellos.

Pero, para frenar el exceso de optimismo en torno a esta gran hazaña científica, David Schwartz genomólogo de la Universidad de Wisconsin, hace que de golpe y porrazo, pongamos los pies en el suelo de la realidad. El investigador expresa que:

“Estamos lejos de descifrar el genoma humano, alrededor del 30 % de nuestro código genético contiene segmentos enigmáticos de ADN repetitivo que es difícil de leer usando los actuales métodos de secuencia y el resto ha sido clasificado solo en pedazos.”

Por su parte el epidemiólogo Neil Holtzman investigador de la Universidad Johns Hopkins señala que:

“Muchos trastornos como el asma, la hipertensión y cardiopatías resultan de interacciones entre los genes y factores ambientales por lo que  no será fácil encontrar una cura inmediata para estas enfermedades.”

Y esto es una verdad de a kilo, porque sabemos que aún enfermedades específicas provocadas por disfunción o mutación de un localizado gene no se han podido curar, tal es el caso de la base genética de la Siclemia descubierta hace más de 40 años y aún no tiene un tratamiento definitivo.

El mismo Venter ha declarado que:

“Algunas cosas se han exagerado, pero creo que es un buen principio. Lo importante será lo que podamos hacer con esta información, no por la información en si misma.”

Falta terminar el genoma completo, pero el capturar todos los genes y conocer su acción tomará todavía muchos años más, sólo para entonces habrá tocado realmente a su fin el famoso Proyecto Genoma Humano.

Al conocerse todos los genes que están implicados en enfermedades hereditarias, será factible elaborar nuevas pruebas genéticas para el diagnóstico de ciertas patologías sobre todo con los biochips  que son ingenios de la biotecnología que consiguen información genética a partir del análisis del ADN y que permiten el examen asombrosamente rápido de los genes defectuosos. También derivarán de este conocimiento total de genes, nuevas y más eficaces terapias que ayuden a rescatar al paciente del dolor y la muerte.

Pero también pueden traer aparejadas desventajas para el individuo que desgraciadamente ha sido marcado genéticamente para padecer una enfermedad futura incapacitante o mortal. La información genética podría ser utilizada indebidamente, violando la intimidad y el código ético del paciente en un perjuicio discriminatorio y estigmatizante, como en el caso de los seguros médicos, seguros de vida y solicitudes de empleo.

El Presidente Bill Clinton, antes de conocerse el avance del Genoma Humano, en el mes de febrero, anunció en la conferencia de la AAAS (Asociación Americana para el Avance de la Ciencia), la firma de un decreto que prohíbe que el gobierno federal haga uso de los resultados de pruebas genéticas que influyan en decisiones de contratar, despedir o promocionar empleados. Este decreto no afecta por lo pronto al sector privado, pero ya se ha puesto en marcha un proyecto de ley que regulará la utilización de pruebas genéticas en cualquier ámbito laboral; este es un ejemplo que deberán seguir sobre todo, los países latinoamericanos donde está rezagado este perímetro legislativo que es primordial para los trabajadores, en Europa ya hay un Convenio entre los Derechos Humanos y la Biomedicina del Consejo Europeo que dice en su artículo 11 del Capítulo IV que: “Queda prohibida toda forma de discriminación de una persona a causa de su patrimonio genético.”

 

Pues bien, estimulado por el acontecimiento científico, apresuré el establecerme en la ciudad de Tucson, con el objeto de ingresar de inmediato a la Universidad para disponer de un postgrado que me permitiera profundizar en citogenética molecular para comprender y manipular mejor el mecanismo genético de la célula.

Nos ubicamos al noroeste de la ciudad en una zona residencial por la calle Hunnington, en una bonita casa nueva no muy grande pero moderna y cómoda, la que me permitían adquirir pagándola como renta lo cual fue muy conveniente.

Así pues me presenté en el departamento de estudios avanzados con el Dr. Walter V. Wetzel, quien había sido catedrático de Genética molecular en la Universidad Rockefeller de New York y en esa fecha era Director de la maestría en la Universidad de Arizona; le presenté mis documentos profesionales y los saludos del Dr. Epstein de quien era muy amigo y en un instante formaba ya parte del equipo de estudiantes de altos estudios, los cuales durarían dos largos años de enseñanza e investigación.

El programa a desarrollar contenía infinidad de estudios tales como: Genoma y su impacto en oncología, Mapas genéticos y localización de genes, Genes modificadores, Farmacogenética, Reordenamientos genéticos, Poliendocrinopatías genéticas, Bandeo cromosómico, Desarrollo de micro biochips y muchas cosas más que no me atrevo a pormenorizar, pues podría provocar en el lector una severa narcolepsia.

El tiempo continuaba su marcha. Entre trabajo, investigaciones, asistencia a conferencias en diferentes centros científicos en la ciudad y fuera del Estado y mis estudios académicos, se fueron los días y llegó el mes de octubre en el que mi pequeño Quiqui cumplió su noveno aniversario; el pobre celebró su cumpleaños en la Unidad de Traumatología del Hospital Universitario, donde el Dr. Suton le practicó una nueva intervención quirúrgica para reducir cada vez más la zona craneana afectada por la quemadura; realmente se hacían visibles los esfuerzos logrados por la cirugía reconstructiva.

El día 1 enero del 2001, desde Nogales, hice una llamada telefónica al Dr. Epstein, con el objeto de expresarle a él y a su familia, una salutación con motivo de año nuevo; fue entonces cuando el Dr. me dijo:

“Verás, tengo un pequeño problema. El Biólogo Divenne del Departamento de Terapia Génica, está enfermo y tiene el compromiso de asistir desde el día 4 al IV Simposio Científico sobre Genómica y Proteómica, en Miami Florida. ¿No te gustaría ir en su lugar?”

Tras meditarlo unos instantes le contesté:

- No creo que haya ningún inconveniente -

- Bien -dijo satisfecho- ven mañana a mi oficina para ultimar detalles.

Conociendo la noticia, Quiqui fue el primero que se apuntó, y enseguida corrió a buscar su traje de baño y sus enseres para la playa.

Tuve que disuadirlo diciéndole que era viaje de trabajo y no de placer, y que en otra ocasión iríamos todos juntos.

Al día siguiente un tanto emocionado, fui en busca del Dr. Epstein, quien ordenó a su secretaria que tramitara el cambio de nombre en los boletos de avión y la reservación del hotel; después me dio algunas recomendaciones y me pidió que hiciera un resumen del simposium para exponerlo a mi regreso.

En la fecha de mi partida, Eva y Quiqui me transportaron una hora antes al aeropuerto para tener tiempo de registrar mis boletos de primera clase en la sección de American Airlines. Por el sonido local pidieron abordar para el vuelo 164 y después de despedirme de mi familia, partí a las 9:04 A.M. con destino al aeropuerto Ft. Worth en Dallas Texas. Había que hacer conexión con el vuelo 1292 lo cual implicó un largo recorrido. A las 2:23 P.M. los pasajeros abordamos un Boeing 727 Stretch, que tras devorar 1,121 millas, nos depositó en el aeropuerto de Miami a las 6:13 P.M.    

En la sala de equipajes, vi a un chofer uniformado que portaba un letrero con mi nombre, cosa que me causó extrañeza; me identifiqué, me saludó y cargando mi maleta y porta trajes, me condujo hasta una limosina blanca de la marca Lincoln, propiedad del hotel de cinco estrellas donde me hospedaría. Antes de llegar al hotel por la Avenida Collins en Miami Beach, pensé un poco preocupado: ¡A ver si no se me ampolla el trasero!

El chofer se estacionó en el área de recepción del Fontainebleau Hilton Resort and Towers, un complejo de 17 pisos con 1,206 habitaciones y 60 suites, que había sido escogido como sede del Simposium, el cual se realizaría en uno de los 40 salones de reuniones; me sentía como la cenicienta del cuento. Me instalaron en el décimo piso en una lujosa habitación con vista al mar y después de cenar en uno de los muchos restaurantes del mismo hotel, salí a dar un paseo por los alrededores, había mucho que ver, Miami es formidable.

A las 8:30 A.M. del día siguiente, viernes 5, bajé por el elevador al segundo piso donde estaba el gran salón de convenciones muy cómodo y perfectamente equipado, y me dirigí al módulo de entrega de documentación; previo cotejo con mis comprobantes me entregaron mi identificación del evento y un bonito portafolios con todos los accesorios necesarios.

A las 9:00 A.M., ante un salón no totalmente lleno -porque aún faltaban de llegar algunos científicos- previas algunas breves palabras de bienvenida, dio inicio el programa con el tema Genoma Humano I, por el Dr. Sydney Brunner del Departamento de Citogenética Molecular de la Universidad de New York. Hizo una introducción al tema, un resumen histórico, procedimientos de secuenciación, mapas de densidad génica e histogramas, dificultades y logros.   

El tema Genoma Humano II, fue abordado por el Dr. John Fulstron quien era Director de “British Esforcement Genoma Secuency” en Inglaterra, quien profundizó en el estudio de los cromosomas y adelantó que la cantidad de genes esperados en el genoma, serían muy por debajo de lo estimado hasta ahora, lo mismo que la escasa densidad génica en muchos cromosomas.

Con esos dos temas de los cuales tomé notas y grabé cintas, concluyó la jornada matutina y fuimos invitados a pasar a un salón contiguo donde se servía un exquisito bufete con todo lo inimaginable para comer.

Yo me sentía un poco desubicado pues no conocía a nadie, pero pronto algunos hicieron contacto conmigo al leer en mi gafete que provenía del Departamento de Genética Molecular de la Universidad de Arizona y de inmediato me relacionaron con el Dr. Epstein a quien enviaron saludos, entre ellos el Dr. Sydney Brunner, el Dr. Stephen O’Hara del Instituto Nacional del Cáncer, el Químico Oswaldo Glikin Director de la Unidad de Transferencia Genética del Hospital de Oncología de Buenos Aires Argentina, y muchos más quienes me extendieron sus tarjetas de presentación.

Las jornadas de la tarde y de la mañana siguiente, estuvieron todavía más interesantes, se abordaron temas como oncogenes (generadores de cáncer), genes inmortales (telomerasa), gerontogenes o genes de la muerte, cambios químicos en el ADN como la metilación de la citosina, genomas comparativos con animales, procesos químicos oxidativos relacionados con el envejecimiento, bases de la proteómica que estudia el proteoma o conjunto de proteínas que se generan a partir de la información contenida en el genoma de un ser vivo, etc., por expertos como el Dr. Pier Crollier del Instituto Pasteur de París, Bióloga Elizabeth Shieds de la Universidad de California en San Francisco, Dr. Paul Sacks Director del “Memorial Sloan Kettering Cáncer Center New York” y otros.

La cena del viernes, fue en un lujoso restaurante dentro del mismo complejo donde sirvieron los más exquisitos manjares y desde luego yo los complací para no hacerles el desaire. La tarde del sábado y parte de la noche las dediqué a conocer sitios de interés y a observar la algarabía de la ciudad conformada por gran cantidad de gente latina, especialmente cubanos. El domingo temprano, me condujeron nuevamente en otra larga limosina, junto con dos personas más, al aeropuerto. Finalmente abordé el avión a las 8:25 vía Chicago, Tucson, a donde arribé a la 1:00 P.M.

 

El 12 de febrero todos los medios informativos del mundo emitieron la noticia de la terminación del Proyecto Genoma Humano con una exactitud del 99.96 por ciento, resultando de este acontecimiento algunos hallazgos inesperados.

Se suponía que el número de genes contenidos en el Genoma Humano sobrepasarían los 100,000 pero, encontraron que el número real fluctuaba entre 26,383 y 39,114 genes, dándole un revés a nuestra orgullosa especie humana al comprobar que únicamente nos separan -de dos a tres veces más- los 13,600 genes presentes en el genoma de la mosca de la fruta o del gusano. Tendremos que aceptar que la visión genómica de nuestro lugar en la naturaleza, es más bien humilde y no una arrogante estructura a la particularidad humana.

- Con esta noticia, - pensé - ¡Menos! se convencerá el nuevo Presidente George Bush jr., pues es enemigo acérrimo de las teorías evolucionistas de Darwin.

Otra sorpresa que revela el recién terminado Genoma es que casi una cuarta parte del mismo puede considerarse desértico, pues existen bastas zonas desprovistas de genes, como en los cromosomas X, Y, 4, 13 y 18 mientras que en otras áreas la densidad génica es mayor tal como se puede observar en los cromosomas 17, 19 y 22; además el 35.3 por ciento del Genoma, contiene secuencias repetitivas que los científicos han dado en llamar DNA “basura” o DNA “chatarra”, tal es el caso del cromosoma 19, que es repetitivo en un 57 por ciento. En el futuro se deberá ampliar el conocimiento del DNA repetitivo para esclarecer su función, así como la regulación de la producción genética, las interacciones de las proteínas, efectos del medio ambiente y todo lo que contribuya a entender la complejidad de un organismo. Al respecto, Eric Lander quien era Director del proyecto de secuencia del genoma en el Instituto Whitehead dependiente del MIT, opina que:

“Si unimos todos los elementos que están repetidos en el genoma, podemos formar un árbol genealógico, así que el genoma se convierte en un fósil.”

El ensamblaje de la secuencia genética confirma que todos los seres humanos compartimos el 99.9 por ciento del genoma, es decir, un 0.1 por ciento de variación es suficiente para originar la inmensa diversidad en la raza humana.

También el Genoma mostró que hay variaciones en las secuencias de ADN conocidas como SNPs (Single Nucleotide Polimorphisms), que determinan diferencias entre individuos. Estas son inofensivas, ya que menos del 1 % de ellas resultan en la fabricación de proteínas disfunsionales. Se especula que ayudarán a identificar la base de muchas enfermedades genéticas y permitirán esclarecer interrogantes como el origen de la humanidad.

Los científicos estaban en el entendido de que cada gene expresaba o controlaba una proteína, pero 40,000 genes no pueden producir hasta 100 millones de proteínas diferentes coexistiendo en una célula humana, por lo que los investigadores piensan ahora que los genes podrían no ser el todo ni el final de lo que constituye un organismo; por consiguiente, la comprensión básica de la función de las proteínas es esencial para tener una visión completa del proceso genético y viceversa. Lo más acertado será dejar de pensar en términos de genes individuales, y comenzar a tratar de entender todo el paquete como un sistema complejo.

Entendiendo esta situación, Craig Venter el Director de Celera Genomics, hizo público en julio del 2000, en el XVIII Congreso Internacional de Bioquímica y Biología Molecular, su nuevo objetivo de realizar el mapa de las proteínas, en compañía de un grupo internacional de científicos, en un ambicioso proyecto que se llamaría: Proyecto Proteoma Humano (PPH).

La secuencia del Genoma Humano nos da una visión de la trama genética interna, alrededor de la cual cada vida humana está moldeada. Este entramado nos ha sido heredado de nuestros ancestros, y a través de él estamos conectados a toda la vida en la tierra.

Desde el punto de vista filosófico - dice el Dr. Figueroa Perea, miembro del Colegio de México -

“Los efectos que el desciframiento del Genoma Humano tendrá sobre la naturaleza humana, pueden contribuir a eliminar creencias, dogmas y mitos sobre las causas y clasificaciones que se les dan a las enfermedades, como el determinismo genético, según el cual un gene determina invariablemente una función específica, o el determinismo social, donde lo social es lo que moldea absolutamente a los humanos.”

 

Un día del mes de septiembre, estaba despojándome de mi estéril, “casi” traje de astronauta, pues acababa de manipular algunos tejidos, cuando llegó el Dr. Epstein y se sentó cómodamente en un pequeño sofá de mi oficina al tiempo que me extendía una carta y un programa de un evento científico.

- Léela - me dijo. Lo he venido posponiendo desde hace un año por falta de tiempo.

Era una carta invitación que le hacía el Comité Organizador del XXI Congreso Internacional de Genética Humana, con sede en Madrid España, los días 8 y 9 de octubre del 2001, donde lo invitaban a participar en la segunda sesión de Citogenética Molecular con el tema Disfunciones del ADN Mitocondrial; después decía la misiva que se sentirían muy honrados con su asistencia ya que él era una potencia mundial en biología molecular y etc., etc.

- Muy interesante, ¿pero yo que tengo que ver en este asunto?- No viene a pedirme permiso ¿verdad? le pregunté en tono de broma.

- Es que tu vas a ser mi asistente- me contestó, haciendo que se esponjara mi vanidad, puesto que había muchos científicos con más alta jerarquía que yo. Y continuó:

“Los demás investigadores, estarán de vacaciones o tienen otros compromisos académicos que cumplir en esas fechas, así es que tu me acompañarás.

Por lo pronto recopila mis trabajos y bibliografía y ordénalos para preparar el tema.”- dijo saliendo de la oficina con una sonrisa diabólica.

- Si Jefe - convine- viendo como caían al suelo pedazos de mi orgullo destrozado.

Bueno...en honor a la verdad, el Dr. Epstein siempre me tuvo muchas consideraciones y me distinguió con su amistad, se preocupó por elevar mi nivel académico y me alentó en mis momentos difíciles, por eso guardo para él, un cariño filial.

¿Pero cuáles eran mis funciones de asistente científico?

Reunir todos los datos y trabajos concernientes al tema y clasificarlos, fabricar tablas y gráficas ya sea en diapositivas o acetatos, ordenar notas, hacer el resumen del trabajo a presentar, traducir al español pues la exposición iba a ser presentada en este idioma, contactar  con los encargados de difusión para la publicación de la disertación, etc., así que buena tarea me esperaba.

Di una ojeada al programa científico que estaba de lo más interesante. El lunes 8 por la mañana de 9:00 a 11:00 se abordaría en la primera sesión: Genética de las Enfermedades Cardiovasculares y Renales, con cuatro ponentes de renombre mundial; en la segunda sesión de ese día de 16:00 a 18:30 se tratarían temas relacionados a Citogenética Molecular tales como: Pruebas Genéticas Predictivas por el Dr. Víctor Levin  de la División Genética del Beth Israel Medical Center de New York; Oncogenes y Genes Supresores por el Dr. Mariano Lewis, Director del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de la Universidad de Barcelona España; Telómeros Reparación Genómica y Somática, por el Dr. Adalberto Cantú (mi Maestro) Director de la División de Genética del CIB-INSS de México y desde luego estaría incluido del Dr. George W. Epstein, Director del Laboratorio de Citogenética Molecular del Hospital Universitario de la Universidad de Arizona con el tema Disfunciones del ADN Mitocondrial. Toda una avalancha de conocimientos.

La tercera sesión del día siguiente sería sobre Genética de Enfermedades Neurológicas y Psiquiátricas, con temas tan interesantes como: Genética de la Enfermedad de Alzheimer, Genética de Epilepsias, Genética Molecular de los Trastornos de Ansiedad, etc. También habría dos conferencias  una sobre: Nuevos Métodos de Análisis Genético, Chips de ADN, por el Dr. Michael Gossens, e Inestabilidad Genómica, por la Dra. Montserrat Baiget; además concurrentes al congreso, habría una Mesa Redonda sobre Genética y Bioética y la II Jornada Nacional de Diagnóstico Prenatal. Buen regalo me hacía el Departamento Científico de la Universidad y sin costo alguno.

Rápido pasaron los días y de repente me vi abordando, junto con el Dr. Epstein, un avión de “American Airlines” el vuelo 506 con destino a Chicago, cuando el reloj marcaba las 11:40 A.M. del día domingo 7. Eva y Quiqui me trasladaron al aeropuerto, una me llenó de recomendaciones y el otro, de encargos.

Del aeropuerto de Chicago, a las 4:45 P.M., subimos al “Airbus” A340 de la misma línea, un gigante de cuatro motores con capacidad para 350 pasajeros, con un peso de más de 600,000 libras y nos dispusimos a devorar sin escalas las 4,203 millas que nos separaban del aeropuerto Barajas en Madrid nuestro destino, con una duración de vuelo estimada en 12 horas.

Nuestros asientos de primera clase, estaban situados justo detrás del ala derecha y yo me ubiqué, un tanto emocionado, por el lado de la ventanilla. Ambos platicamos de infinidad de cosas: de los temas del congreso, de futuros proyectos de investigación, de temas filosóficos y hasta de política. En un receso el Dr. Epstein tomó su computadora portátil y se dispuso a dar los ajustes finales a su trabajo que presentaría al día siguiente, y yo me dediqué a hojear unas revistas y después a mirar contemplativamente las nubes y el océano Atlántico a través de la ventanilla. La voz del Dr. me sacó de mi ensimismamiento cuando me preguntó:

-¿En que piensas Químico Bernier?-

Esbozando una sonrisa le contesté:

- Estaba pensando en la pequeñez física del hombre ante la inmensidad del mar y del universo -

- Filosofando de nuevo ¿eh? -

-Sí - asentí.

“Estaba pensando en lo irónico que resulta vivir en un planeta con dos terceras partes de agua, y sin embargo nos estemos muriendo de sed por escasez del vital líquido en todo el mundo. Tenemos bastas áreas desérticas que si fueran dotadas de agua y bien cultivadas, podrían solucionar el problema del hambre y sed para una población mucho mayor a la que tenemos actualmente; pero todos los recursos tecnológicos y económicos se aplican para explotar productos energéticos contaminantes y para la conquista del espacio exterior, sin antes remediar los grandes males que adolece la humanidad.

- Desgraciadamente esto que dices es cierto y no es nada nuevo– dijo el Dr.- A pesar de saberlo, los humanos no queremos enfrentar los serios retos que nos desafían, y tal parece que nos empeñamos en destruir el planeta en que vivimos hasta dejarlo inhabitable.

- Tiene razón, si no actuamos con prontitud, antes de que sea irremediable, -subrayé enfáticamente- casi me atrevo a vaticinar que la Tercera Gran Guerra Mundial, será por el predominio del agua y que nuestra generación será el blanco de todas las maldiciones que profieran las generaciones futuras.

Nuestra charla fue interrumpida por dos bonitas aeromozas que se dispusieron a servir la cena. Minutos después les hicimos los correspondientes honores, ¡a las cenas claro! y posteriormente disfrutamos de una buena película por vídeo; más tarde arrullado por el monótono ronronear de los motores, me quedé tranquilamente dormido.

A las 7:15 A.M. el Capitán de la nave habló por el sonido local, dando las gracias por patrocinar la línea aérea y comunicando que arribaríamos en tiempo al aeropuerto Barajas a las 7:45, hora de Madrid.

Después de pasar por aduana, y sellados nuestros pasaportes internacionales, fuimos recibidos por un comité de recepción formado por un miembro de la Asociación Española de Genética, el Dr. José Blasco, una bella edecán y un chofer uniformado que nos guió hasta una kilométrica limosina.

El Dr. Blasco, neurogenetista, nos dio la bienvenida y se puso a nuestra disposición para todo lo que pudiera ofrecérsenos, mientras, el chofer recorría las diez millas que nos separaban del hotel que ocuparíamos en el puro centro de Madrid. El chofer tomó por la calle Princesa e hizo alto en el número 40, era el hotel de cinco estrellas Husa Princesa, un enorme y moderno edificio de varios pisos. En la administración tenían nuestras reservaciones y pronto estuvimos instalados en elegantes habitaciones contiguas.

Después de nuestro aseo cotidiano, nos dirigimos en compañía de nuestro comité de recepción al Auditorio “Príncipe Felipe” Oviedo donde sería la Ceremonia de Inauguración. En el camino la bonita edecán, nos sirvió café y nos entregó a cada uno, nuestros correspondientes y finos portafolios especiales con logotipo del evento, equipado con todo lo necesario para estos menesteres, con la documentación del congreso incluyendo información y gafetes de identificación.

La Ceremonia de Inauguración fue breve pero emotiva. Los ponentes extranjeros fueron declarados Huéspedes de Honor y recibieron un pergamino de parte de las autoridades de la ciudad. Después del acto, tuve mucho gusto en saludar al que fuera mi maestro en la Unidad de Ginecología en México el Dr. Adalberto Cantú y le presenté al Dr. Epstein; a su vez el Dr. Epstein nos presentó a otros colegas de la sociedad científica y nos encaminamos al lugar sede de la primera sesión.

Los temas con duración de media hora cada uno, se fueron sucediendo rápidamente sin sentir, por lo interesante de sus contenidos hasta las 11:30, hora en que hubo una pausa-café, la cual aprovechamos para ingerir algunos bocadillos ligeros y dar un recorrido por las diferentes exposiciones donde se exhibían: Pósters de concurso referentes a Citogénetica y Genética Clínica, libros, equipo y aparatos científicos de última tecnología, obras de arte de algunos profesionistas, etc.

A las 12:30 asistimos a la interesantísima conferencia del Dr. Gossens sobre Nuevos Métodos de Análisis Genético: Chips de ADN. Por supuesto registré todo con mi grabadora portátil.

La exquisita comida se sirvió desde las dos de la tarde y, de entre la multitud, el Dr. Epstein me señaló algunos eminentes  científicos entre ellos el Director de la Revista Science, Donald Faraday. A las 16:00 horas, empezó la segunda sesión sobre Citogenética Molecular que era la que realmente me interesaba más, cuyos temas me fueron de gran ayuda, pues estaban íntimamente relacionados con la realización de mi postgrado. Los ponentes estuvieron magníficos incluyendo al Dr. Epstein quien hizo derroche de sapiencia y aplomo, que sólo dan la experiencia y la costumbre de andar por lo menos 5 veces al año en eventos científicos internacionales.

Para la tercera jornada  del martes, el Dr. prefirió asistir a la sesión sobre Genética de Enfermedades Neurológicas y Psiquiátricas, mientras que yo me decidí por asistir a la conferencia sobre Inestabilidad Genómica por la Dra. Monserrat Baiget y después a la Mesa Redonda sobre Genética y Bioética, donde participaban cinco eminentes ponentes con impresionantes curriculums y Doctorados. Cada uno defendería desde su punto de vista la posición de la ciencia Genética ante la sociedad.

Los expositores eran: el Prelado de Roma Dr. en Teología, Arzobispo Lucio Buvoni, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Secretario del Consejo Pontificio para la Familia.

Dr. Hugo Solia, Director del Instituto de Bioética y Ciencias de la Salud, miembro del Comité de Expertos sobre Bioética y Clonación, Director de la Maestría de Bioética en la Universidad de Madrid.

Dr. Ramón Almeida, Director del Instituto Nacional de Antropología e Historia, miembro del Consejo Nacional de Investigaciones Antropológicas y Sociales de la Universidad de Buenos Aires.

Dr. Esequiel Márquez Rivero, Doctorado en Derecho Penal por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, Miembro Investigador del Núcleo Interdisciplinario en Salud y Derechos Humanos.

Dr. Uriel Casals, Licenciado en Ciencias Penales y Criminológicas por la Universidad de Bogotá, Doctorado en Filosofía, Director de la Escuela Ideológica de Filosofía, Historia y Ciencias Políticas de Colombia.

En el auditorio principal, repleto de asistentes de heterogéneas disciplinas profesionales, científicas, culturales y sociales, con mi grabadora en mano, me dispuse a escuchar a esos cinco gigantes del conocimiento universal.