Capítulo 6

El NiÑo Clonado

 

Una  buena noticia científica se difundió el día 13 de abril de 1998, al anunciarse el nacimiento de la primera cría de la mundialmente famosa oveja Dolly en el Instituto Roslin de Edimburgo, Escocia. Con este acontecimiento los investigadores expresaron su jubilo al comprobar que un animal clonado, mantiene intactas sus funciones reproductivas y también por el hecho de que no siendo infértil, se abrían amplias expectativas comerciales en la clonación de mamíferos; el animalito fue bautizado con el nombre de Bonnie y pesó 2.7 kilogramos al nacer.

En este primer trimestre, la compañía holandesa Pharming anunció el nacimiento de Holly y Belle, dos terneras clonadas transgénicas con capacidad para producir en su leche una proteína humana llamada lactoferina la cual es muy utilizada en el tratamiento de enfermedades infecciosas. Lo mismo anunciaron los científicos Robl y Stice de la Universidad de Massachusetts, en Boston, al reportar en una conferencia de la Sociedad Internacional de Transferencia de Embriones, el nacimiento de dos terneras George y Charlie, clonadas y transgenizadas con células fetales de tres meses de edad, como lo desarrollaron los científicos de Tsukuba, Japón. Los embriones congelados, fueron enviados a Texas con una sobrevivencia del 40 %; estas terneras serán capaces de producir en su leche, albúmina, que es  una  proteína  que  normalmente  deriva  del plasma sanguíneo y que se administra a personas que han sufrido pérdidas de sangre. 

Este año se han presentado ante la Sociedad Internacional de Transferencia de Embriones, dos nuevas técnicas de clonación más simplificadas y eficaces que la técnica original de Wilmut y col.

1.– En el estadio del óvulo con la célula somática adulta transferida, se han dejado pasar seis horas antes de la activación con descarga eléctrica de bajo voltaje, para darle más tiempo de programación a la célula.

2.– Se trata de un método de clonación que consiste en añadir a un óvulo desnucleizado, el núcleo de una célula adulta. Después de la activación con corriente eléctrica, dejan a la célula dividirse y repiten el experimento. Es decir, sacan una célula de ese incipiente embrión y lo insertan en un nuevo óvulo. Esta técnica está siendo desarrollada por el Dr. Michael Bishop, director médico de la compañía ABS Global Inc. Ambas técnicas están alcanzando buenos porcentajes de éxito.  

Todas estas noticias habían aumentado mi capacidad de asombro y a la vez me hacían cavilar sobre el hecho de que nosotros, la humanidad, estábamos tomando el control de nuestro destino como nunca antes; me hicieron pensar que la evolución  siempre había estado en manos de la naturaleza, pero ahora, técnicamente está en nuestras manos y cada vez hay menos límites; el acto de poder insertar o eliminar genes, hacer los cambios genéticos que deseemos en humanos, animales y plantas, cambia totalmente el concepto de evolución.

Desde el año anterior, había estado solicitando ante la Dirección del Instituto y la Comisión de Becas, la oportunidad de obtener una beca para estudiar la ciencia Genética especialmente en el programa de Transferencia Nuclear y Geneterapia, auspiciados por el Instituto de Investigaciones Biomédicas de la U.N.A.M. y por el Instituto Nacional de Seguridad Social de México, por eso cuando me comunicaron oficialmente la  noticia de mi aceptación, me llené de júbilo y me preparé para emprender esta nueva etapa tan anhelada por mi. Mis compromisos docentes y mi laboratorio privado, quedaron a cargo de mi colega y amiga Irma Arenas, quien mucho me ayudó durante mi ausencia.

 En el Centro Médico de la Ciudad de México, me instalaron en la sección de internos, compartiendo el aposento junto con un médico residente de Oftalmología y otro residente, de nacionalidad Salvadoreña, al que casi nunca veía. Mi primer paso fue presentarme ante el Jefe de la Sección de Becarios el Dr. Ezequiel Hollander, quien amablemente me dio las instrucciones precisas, horarios y el programa a desarrollar durante mi curso intensivo. Las clases teóricas y los trabajos de investigación, los llevaría a cabo en el Instituto de Investigaciones Biomédicas de la U.N.A.M., muy cerca de mi Facultad de Ciencias Químicas, en la Ciudad Universitaria, y los trabajos prácticos, en los laboratorios de Traumatología, Ginecología y Obstetricia, Veterinaria y Zootecnia y el laboratorio de Fitogénetica del propio Instituto.

Los primeros días nos concentraron en la torre de Ciencias, para recordatorio de las bases de la Genética. Éramos un grupo de diez personas, siete mexicanos de diferentes Estados de la República, y tres extranjeros de habla hispana; estábamos a cargo del Dr. Elmer Silos, Doctorado en Biología Molecular en la Universidad de Princeton, Estados Unidos, colaborador del también Biólogo Molecular Dr. Lee Gold de la misma Universidad.

 Recuerdo muy bien sus palabras de introducción:

“El estudio de la Genética es árido y complicado. Es a la vez una herramienta científica tan poderosa como peligrosa; en manos de los genetistas está el destino de la humanidad, úsenla para el bien y solamente para el bien”

Y ¡vaya! que la Genética es complicada, tuve que invertir muchas horas de estudio para comprenderla y todavía no la comprendo bien. Me atrevo a presentarles el programa de estudio, por si lo quieren ver, o para que de una buena vez aprovechen para caer en un profundo sueño:

INTRODUCCION

Herencia de los caracteres

La Célula

Principales funciones celulares

Enzimas

Reproducción de los seres vivos, asexual, sexual, clonación

LA MOLECULA DE LA HERENCIA

El lenguaje de las proteínas

El material hereditario

Los ácidos nucleicos

La doble hélice ADN

EL MATERIAL GENETICO DE LOS SERES VIVOS

Genes

Materiales para el estudio de la herencia

Virus de bacterias

Los genes del hombre y de las bacterias

Individualidad y homogeneidad de los seres vivos

LAS MUTACIONES

Tipos y aislamiento de mutantes

Mutantes condicionales

Mutaciones espontáneas y artificiales

Bases moleculares de la mutación

Radiaciones

Agentes químicos mutagénicos

MULTIPLICACION DEL MATERIAL HEREDITARIO

Mecanismos de multiplicación del ADN

Intervención de enzimas en la multiplicación de ADN

Replicación natural y experimentos de laboratorio

Replicación del ADN bacteriano

Replicación del ADN vírico

DESCIFRADO DE LA CLAVE GENETICA

Características de la clave genética

Transcripción del mensaje

Traducción del mensaje

El laborioso descifrado de la clave

El lenguaje genético universal

DIFERENCIACION CELULAR

De los virus al hombre

Los diferentes estados del ADN

Los cromosomas

Como se regula la multiplicación del material genético

EL PROBLEMA DE LA DIFERENCIACION CELULAR

Terapia génica

Etc.

Curiosamente al primer laboratorio que me enviaron junto con un compañero Biólogo, fue al de Citogenética en la Unidad de Traumatología con mi amigo René Contreras, quien me recibió con alegría y después se dedicó con entusiasmo a enseñarme las técnicas y secretos de su especialidad.

- Conque por fin te saliste con la tuya ¿eh? - me dijo con una amplia sonrisa.

- Bueno, algo es algo para empezar ¿no? Tal vez pronto pueda hacer una especialidad como la tuya - le contesté simulando darle un golpe en las costillas.

- Recuerdas hace dos años, cuando te enseñé la oreja producida por nosotros? - dijo tomando una postura seria.

- Sí - asentí -

- Pues bien, -  “después de algunas fallas ya subsanadas  relacionadas con la nutrición de la oreja una vez implantada, esta semana nuestro cirujano hará un nuevo intento de transplantarla en nuestro paciente, todos esperamos que con éxito”

- ¿Así que me tocará ser testigo de este magnífico acontecimiento? - dije con emoción.

- Así es - contestó solemne.

Al paso por este departamento, aprendí a cultivar células de la piel, células cartilaginosas y también células de grasa del tejido mamario siguiendo los lineamientos del Bioingeniero Carl Hobson del Centro Médico de Carolina del Norte, - tejido que estaban ya demandando los cirujanos para sustituir los implantes salinos en las pacientes mastectomizadas, - análisis cromatográfico de genes, etc.

Independientemente de lo anterior y por iniciativa propia con anuencia de René, dediqué un tiempo extra al cultivo de células de cuero cabelludo, obviamente ya se imaginan con que objeto.

El trabajo cotidiano era muy intenso y todavía había que robarle horas a la noche para dedicarlas al estudio pero, bien valía el esfuerzo.

Completé mi entrenamiento en el departamento de Citogenética, siendo testigo del éxito en el primer transplante homólogo de oreja, hecho totalmente en casa, cuando fuimos transferidos al laboratorio de la unidad de Ginecología y Obstetricia.

El laboratorio de Ginecología y Obstetricia era y es bastante grande, organizado por departamentos, donde se observaba como en todos los laboratorios institucionales, una gran actividad de su personal. Por aquí y por allá veía el equipo y los aparatos que me eran familiares: espectrofotómetros, microscopios, autoanalizadores, contadores automáticos de células, equipo de radioinmuno ensayo, equipo de electroforesis, cromatografía, etc.

Los departamentos especiales de Fecundación In Vitro, Terapia Génica y de Investigación estaban al fondo separados entre si.

El primer sitio al que fuimos conferidos mi compañero Biólogo y yo, fue al departamento de fecundación in vitro bajo la dirección del Dr. Ronaldo Asparto, quien fuera discípulo de los doctores Patrick Steptoe y Robert Edwars, aquellos famosos científicos que desarrollaron la técnica para lograr la primera niña de probeta en 1978.

Que lejanos y ásperos se ven aquellos días de asombro cuando se extendió la noticia del nacimiento de Louise Brown, niña fecundada fuera del útero, producto de sus padres un matrimonio anglosajón con problemas de fertilidad, formado por Lesly y Gilbert John Brown. Por este relevante hecho, científicos y padres, se atrajeron una verdadera tormenta de críticas y comentarios en los medios políticos y religiosos que hicieron aumentar el tiraje de periódicos y la invasión escandalosa de los medios electrónicos.

Por supuesto, como es su inveterada costumbre, la Iglesia católica y las fuerzas más delirantes se manifestaron en contra, condenando la práctica de la fecundación in vitro, como una amenaza al orden natural que alienta los anhelos de autoperpetuamiento.

Hoy en día la fertilización in vitro es una práctica ampliamente familiar que - con sus resistencias en sectores tradicionales - ha ido ganando aceptación en las sociedades como un método para superar las limitaciones físicas de parejas que aspiran a ser padres de familia.

Pues bien, como introducción a nuestro entrenamiento, el Dr. Asparto nos permitió observar como extraía óvulos de una paciente hormonalmente tratada, valiéndose de una larga y delgada aguja, y  guiándose hasta los folículos maduros mediante ultrasonido cuya imagen se mostraba en un monitor. Como un agricultor en época de recolección, el especialista iba perforando folículos y absorbiendo zigotos del líquido sobrenadante hasta en numero de 20; terminada la operación, fueron depositados en una caja de Petri e inmediatamente colocados en una estufa incubadora.

El siguiente paso consistió en solicitarle al esposo de la paciente, - cuyo recuento espermático satisfactorio era de antemano conocido, - que depositara su semen en un recipiente adecuado, para después incubarlo durante 30 minutos hasta licuefacción completa.

El tercer paso fue el acto de poner en contacto óvulos y espermatozoides para  llevar a cabo la fecundación in vitro y esperar el desarrollo de las células hasta la fase de embrión; prácticamente la pareja tenía en ese momento potencialmente 20 hijos.

Transcurrido el tiempo necesario de tres días, venía la etapa más delicada que era la de insertar algunos pequeños embriones de 8 células en el útero de la madre, guiándose por el procedimiento de ultrasonido mediante un largo catéter. El Dr. Asparto nos recomendó que comprobáramos mediante el microscopio monitorizado  si no había quedado algún embrión adherido al catéter, todo estaba correcto, si las condiciones eran óptimas, podría lograrse el embarazo como efectivamente así sucedió; los restantes embriones supernumerarios fueron sometidos a una congelación controlada o crio-conservación y quedaban dispuestos para repetidos intentos si es que se interrumpía la gestación, o no se lograba, o en espera de ser transferidos a una madre sustituta que llevara a término el embarazo por encargo de la pareja infértil, quedaban guardados para buen uso de la investigación.  

El embrión es tan diminuto que descansa sobre la punta de una aguja, y en ese momento, puede ser analizado en busca de algún  defecto genético.

Pero ese pequeño conjunto de células, ha provocado las más enconadas polémicas, desde los puntos de vista: científico, jurídico  religioso, político y ético.

Por lo que respecta al aspecto religioso, la Iglesia católica dijo a través de uno de sus voceros el P.Maurizio Faggioni. o.f.m., refiriéndose a la conservación de embriones por congelación:

“Se trata de una catástrofe pre-natal, un homicidio, no simplemente tolerado, sino programado y ordenado por el legislador civil, transformado en instrumento de una perversa lógica de violencia y muerte.”

Luego critica al sistema jurídico mundial cuando expresa que:

“Las legislaciones que admiten la crio-conservación de embriones, para evitar los intrincados problemas jurídicos que podrían surgir en torno a estos hijos congelados y, frente a la duda acerca de los efectos de la congelación, generalmente indican como duración máxima de la crio-conservación de uno a cinco años. Lo cual significa que, en adelante, cada año serán destruidos decenas de millares de embriones que no se han utilizado; millares de existencias inocentes serán truncadas por ley.”

Y continúa en su amplia exposición:

“Las aberrantes disposiciones legislativas que las consienten se inscriben en la mentalidad distorsionada que preside muchas prácticas de reproducción artificial. En particular, la fertilización in vitro, violando la inseparable conexión entre los gestos de amor encarnado de los esposos y la transmisión de la vida.”

Cabe hacer la observación -digo yo- de que, a propósito de la inseparable conexión de amor encarnado, es por lo que la pareja busca ayuda en la ciencia por el procedimiento de fecundación in vitro, después que han agotado todas las opciones y pasado por muchos momentos de angustia y desesperación. Al final ven realizados sus anhelos al concebir un fruto que lleva las características genéticas de los dos.

El científico Francisco Bolívar quien es una autoridad en el área de Biotecnología, miembro del Colegio Nacional e investigador en el Instituto de Biotecnología de la U.N.A.M. dice:

“No puede considerarse que el espermatozoide, la unión de éste con un óvulo, sean en si un ser humano, cuando son apenas un conjunto de células que por el proceso de duplicación y diferenciación dará lugar mas tarde al sistema nervioso central que es la etapa en que muchos pensadores consideran el momento en que aparece el intelecto y el espíritu humano mismo, pero no antes.”

Los científicos defienden la conservación de embriones congelados, diciendo que así se salva a los embriones frescos de la destrucción, cuando no se les puede transferir por alguna razón y que también son un valioso material para la investigación de enfermedades genéticas algunas tan terribles que llenan de dolor y angustia a muchos hogares en el mundo.

Pero la Iglesia insiste en darle al conjunto de células los derechos del embrión y darle reconocimiento jurídico como cualidad humana y arguye que:

“el ser humano debe ser respetado y tratado como persona desde su concepción y, por lo tanto, desde ese momento se le deben reconocer sus derechos, entre los cuales está el derecho inviolable a la vida.” - y va todavía más allá - “Ni siquiera en caso de divorcio el marido podría oponerse a la petición de la esposa de recibir los embriones ya concebidos pues el progenitor no tiene ningún derecho de oponerse a su existencia y desarrollo. Por eso la crio-conservación constituye una ofensa al respeto que se debe a los seres humanos.”

El Papa en su discurso de la instrucción Donum Vitae se dirige a los juristas y a los gobernantes:

“Mi voz se dirige también a todos los juristas para que se ocupen a fin de que los Estados y las instituciones internacionales reconozcan jurídicamente los derechos naturales del mismo surgir de la vida humana y además se hagan tutores de los derechos inalienables que los millares de embriones congelados han adquirido, intrínsecamente, desde el momento de la fecundación. Los mismos gobernantes no pueden substraerse a este empeño, para que desde sus orígenes se tutele el valor de la democracia, la cual hunde sus raíces en los derechos inviolables reconocidos a cada individuo humano.”

Desde 1986 la conocida Embrióloga A. McLaren, ha subrayado la noción de que el conjunto de ocho células es en realidad un pre-embrión o conjunto de células indiferenciadas o pluripotenciales capaces de convertirse en cualquier tipo de célula humana, por lo que debe considerarse solo como una promesa de un ser humano. Este planteamiento ha sido acogido satisfactoriamente por el mundo científico.

Se vislumbra que la ciencia Genética será capaz de controlar el recorrido que media entre esas primeras células embrionarias todopoderosas o pluripotenciales y las células finales, la fabricación de órganos y tejidos por este método, podría ser especialmente valiosa en el tratamiento de enfermedades neuro degenerativas, como el Parkinson o el Alzheimer o curar enfermedades que aún se resisten, como la diabetes.

Esta manera futurística de ver las cosas ha provocado un cambio en la percepción del embrión. He localizado por la Red, la publicación de dos investigaciones, una de la Universidad de Wisconsin y otra de la Escuela John Hopkins donde ofrecen una nueva salida para el manejo de embriones y la clonación de seres humanos: la obtención de tejidos idénticos a los del propio paciente para reparar tejidos enfermos.

Al terminar las labores del día, salí de la enorme unidad de Ginecología y Obstetricia rumbo a mi aposento por entre los bien cuidados jardines, esquivando transeúntes ataviados con sus imprescindibles batas blancas, algunos con paso cansino como yo y otros acelerados por la prisa de llegar a tiempo para cubrir sus turnos correspondientes.

Por el camino iba pensando en la vertiginosa carrera con que se va desarrollando la ciencia Genética y los beneficios que derramará para el bien de la humanidad, imagino cuando se llegue a completar el mapa del Genoma humano y puedan localizarse los cerca de cuatro mil genes causantes de enfermedades genéticas, y podamos corregir genes defectuosos o curar y prevenir enfermedades espantosas; sin duda alguna es la medicina del futuro y yo estoy arriba de ese carro.

Sin sentirlo llegué a mi aposento y encontré en el piso algunos sobres que habían sido aventados por debajo de la puerta por algún esforzado y responsable empleado. Algunas cartas iban dirigidas a mis compañeros de habitación, pero una venía dirigida a mi, era de Quiqui.

Con gusto y curiosidad me senté en mi cama y abrí la carta. Mi primera impresión fue imaginarme que una patuda araña se hubiera arrastrado y caminado sobre el papel después de haberse zambullido en un tintero, así era la letra de mi pequeño Quiqui.

La misiva decía así después de tres intentos por descifrarla y llenando toda la hoja:

Papi fui al sirco vi los liones y los pallasos y una asia maromas. adios.”

Pero eso no era todo la carta venía acompañada de un dibujo a todo color hecho con marcadores gruesos; es bien sabido que un dibujo dice más que mil palabras y allí estaba la representación del circo con una jaula un domador y un perro disfrazado de león, en otro sitio un par de coloridos payasos con los brazos abiertos y una gran pelota con gajos anaranjados y blancos; en lo alto de la carpa un trapecio de donde colgaba una figura con desproporcionados brazos y pelo rubio y a un lado del dibujo dos personas sentadas en un palco con letreros que decían mami y quiqui.

Por el “análisis exhaustivo” del dibujo, pude darme cuenta de que lo representado en la hoja, era lo que más le había interesado al pequeño pillo. Con mucho cariño guardé la carta y la grabé en la parte donde está lo más especial de mis recuerdos.

Tenía exactamente una centuria y tres minutos tratando de localizar un buen programa televisivo, cuando llegó mi compañero el residente de Oftalmología.

- Qui’ubo - me dijo a manera de saludo.

- Qui’ubo - contesté.

- Que aprendió hoy el “aprendiz de brujo” - me dijo sonriendo y a la vez revisando la correspondencia comercial.

- Aprendí a eliminar quinientas enfermedades genéticas relacionadas con Oftalmología, así que te sugiero que cambies de especialidad ¡o te vas a morir de hambre!- le contesté festivo.

- Y no lo dudo, todos los “genéticos” están locos - dijo mientras nos encaminábamos a cenar al comedor central.

Cuando hubimos adquirido suficiente práctica, conocimientos y cumplido el tiempo requerido en el departamento de Fecundación in vitro, el Dr. Asparto dio su consentimiento para que pasáramos a la siguiente etapa que era Terapia Génica a cargo del Dr. Adalberto Cantú, jefe de la División de Genética del CIB-INSS, sede del doctorado en Genética Humana del Centro Universitario de Ciencias de la Salud y Presidente del Programa Latinoamericano en Genética Humana. A pesar de su impresionante curriculum, el Dr. Cantú era una persona sencilla de trato amable con una gran disposición para la enseñanza y orgulloso de su trabajo.

El laboratorio de Terapia Génica estaba dotado de un equipo muy moderno sofisticado y computarizado, desde potentes microscopios para visión a distancia, hasta microcentrífugas y equipo avanzado de electroforesis pasando por el analizador génico que era manejado por una experta en Genética quien fue becada exclusivamente para manipular e interpretar la secuencia genética del ADN.

“Cuando se diagnostica una enfermedad genética de la cual no se conoce el gene mutante y se desconoce completamente su ubicación, es como buscar una aguja en un pajar; hay un período en que el pequeño gene es muy esquivo, pero cuando la persecución termina, ves al gene responsable por primera vez y disfrutas al saber que eres la única persona en conocer esa secuencia de ADN o saber cual es su particularidad” me contaba la experta Bióloga Carmen Rivas, quien aprendió de Ivette N. Christiani ph.D que era Profesora Asistente de Dermatología en la Universidad de Columbia. También me dijo:

“Cada uno de nosotros es portador de genes defectuosos causantes de enfermedades diferentes, cuando por casualidad te unes a un compañero o compañera que tiene alguno de esos genes mutantes, es cuando nace un niño con alguna enfermedad genética; cuando tu pareja no tiene alguno de tus genes defectuosos, entonces sus genes sanos suplen a los genes alterados.”

El Dr. Cantú nos dio la bienvenida y nos presentó al personal especializado que estaba bajo su mando y nos dijo:

“En este momento estamos trabajando con un matrimonio portador de una rara enfermedad genética que hemos diagnosticado como Epidermólisis ampular, estamos siguiendo los lineamientos del Dr. Griffin del Centro Médico de la Universidad de Nueva York quien ya ha tenido experiencia y éxito con este padecimiento. Mañana comenzaremos el procedimiento in vitro para después hacer el diagnóstico genético de preimplantación”

- Espero que estén a gusto,- dijo solemne antes de retirarse a su oficina.

En la historia clínica de la paciente, constaba el alumbramiento de un recién nacido con un desastre genético que presentó el aspecto de graves quemaduras, faltando tejido en las extremidades superiores e inferiores; el diagnóstico fue: epidermólisis ampular, enfermedad incurable y finalmente falleció.

La pareja se negaba a adoptar una criatura, por eso insistía en tener un nuevo hijo por el procedimiento de reparación de genes, y yo deseé con vehemencia que esto terminara exitosamente.

El resto del día nos la pasamos familiarizándonos con el personal y el equipo instrumental, además de ponernos al corriente sobre otras  terapias génicas que allí se estaban desarrollando.

Al día siguiente, en nuestro propio quirófano adjunto, vestidos según los cánones que la asepsia exige, se realizó el procedimiento de extracción de óvulos en número de 22 para llevar a cabo la fecundación in vitro.

- Dejemos una mitad fertilizada hasta la fase de embrión y la otra mitad fertilizada congélenla para la transferencia nuclear - dijo el Dr. Cantú dirigiéndose a nosotros.

- ¿No son pocos óvulos para las manipulaciones que hay que efectuar después?- pregunté a través de mi cubre-bocas.

- No lo creo - contestó el Dr. Cantú.

“Aunque en nuestro País no hay límites al número de embriones que se pueden producir para la fecundación in vitro, en este caso no es necesario tener un súper habit de embriones congelados, tendremos suficientes embriones corregidos para implantarle a la paciente y hasta nos sobrarán para futuros embarazos” -dijo mirando a la señora quien mostraba una sonrisa de satisfacción-

- La ley alemana es más rigurosa en la tutela de los embriones- comenté.

“Sí, prohíbe la extracción de más óvulos que los que realmente se requieren, así como la fecundación de tres de ellos a la vez, además se admite la congelación del embrión sólo cuando no se puede diferir la transferencia. Debe de ser muy difícil trabajar bajo esas condiciones” -expresó el Dr. en actitud pensativa-

Mientras el esposo era conducido por una enfermera a depositar el semen, yo acompañé a la Sra. hasta la sala de espera, fue entonces cuando me preguntó:

- Doctor, ¿usted creé que todo vaya a salir bien?- dijo Laura, que así se llamaba la paciente.

- ¡Claro que sí! El Dr. Cantú y todo su personal son de lo más preparado que hay en el medio científico nacional e internacional.– respondí.

“Qué bueno, porque no quiero volver a pasar por ese momento tan doloroso. Era espantoso ver aquella criatura como si se hubiera quemado de una forma horrible, llena de ampollas, o que hubiera sido sumergida en un ácido de batería, no tenía piel en ninguna de las manos y, en los pies de las rodillas para abajo, sólo tenía huesos sin tejidos; no se que habré hecho de malo para que se me castigue en esa forma” -dijo Laura con voz quebrada-

- Verá que todo va a salir bien - le expresé con un nudo en la boca del estómago.

Esta vez fui yo quien se encargó de la fecundación in vitro de los 22 óvulos a la manera bacteriológica, mientras que mi compañero Biólogo, se encargaría de la crio-conservación de la mitad.

Durante tres días estuve al cuidado y vigilancia del desarrollo de los zigotos hasta la fase de ocho células, trece de ellos fueron viables. Cumplido el término, estuvimos listos para realizar la siguiente etapa.

El Dr. Cantú colocó un embrión en una laminilla de vidrio o porta objetos con una gota de solución salina, y ésta sobre la potente luz de un magnífico microscopio binocular, con oculares y objetivos de gran aumento, equipado con luz ultravioleta, equipo de fotografía, vídeo y monitor para imagen del campo microscópico; en la platina, un sistema micrométrico de gran precisión para colocar y maniobrar instrumentos también de gran precisión.

El objeto de la operación consiste en practicar una biopsia al pequeño embrión para después localizar la posición del gene mutante responsable de la enfermedad genética; para eso el Dr. utilizó sobre el sistema micrométrico de la platina, una finísima pipeta más delgada que un cabello humano cuyas dimensiones son la cinco millonésima parte de un metro, la cual guió hasta una de las células del embrión que se observan normalmente como un conglomerado de ocho bolas espinosas. Aplicando presión con la punta de la pipeta, perforó la pared del embrión y succionó una célula la que lamentablemente se encontraba anormalmente fraccionada, y también las demás por razones de la misma enfermedad. Tuvo que repetirse esta operación con varios embriones más, hasta lograr obtener células completas llamadas también células madre, blastocitos y células pluripotenciales; unas fueron destinadas al análisis génico con la experta Bióloga y otras a cultivo para su multiplicación.

Carmen sometió al núcleo de la célula madre con enzimas que tienen como fin cortar el ADN o la doble hélice en sitios específicos como si fuera una navaja química, luego los pequeños trozos de nucleótidos fueron separados por técnicas de electroforesis, después se les adicionó una secuencia de ADN marcada con isótopo radiactivo o sonda radioactiva; en este caso la técnica sabía a donde dirigirse pues ya desde la Universidad de New York habían mandado la secuencia donde estaba localizado este gene mutante que se hizo visible en una película de rayos X; todo esto es un procedimiento difícil, laborioso y muy delicado.

Una vez conocida la secuencia y la ubicación del gene anormal, el paso siguiente era introducir a una célula defectuosa de las que teníamos a la mano, una secuencia de ADN igual pero normal y marcada con un colorante fluorescente inocuo; una especie de pieza de rompecabezas que encaja perfectamente en el sitio adecuado.

Para hacer esto se fraccionaron núcleos de células normales de  personas que no tenían ese defecto genético, en algunas ocasiones se pueden usar genes de animales y plantas pues todos los seres vivientes compartimos muchos genes comunes.

Se aislaron esas secuencias de ADN normales y se marcaron con un colorante derivado de la fluoresceína, acto seguido se colocaron  juntos en un micro tubo de ensayo las células anormales y las secuencias de ADN normales; mediante una descarga eléctrica de milivoltios, se obligó a la membrana de las células anormales a que abrieran sus poros y así pudieran penetrar las fracciones del ADN normal que se integrarían al ADN del núcleo celular y así sustituirían al gene defectuoso.

Para saber si la fracción de ADN normal se hubo integrado al núcleo celular, se observaron las células al microscopio con luz ultravioleta y entonces la fracción brilló en el núcleo como un punto de color verde fluorescente.

Una vez logrado esto, se separaron las células y se sometieron a reproducción en cultivo; la siguiente generación de células, ya tuvieron la capacidad de reproducirse sanas.

El penúltimo paso fue el de la Transferencia Nuclear.

El Dr. Cantú nos ordenó con tiempo suficiente que descongeláramos apropiadamente los óvulos pertenecientes a la paciente Laura y entonces comenzó este delicado proceso. Igual que para la biopsia el Dr. atravesó la membrana celular del óvulo y succionó y extrajo su propio núcleo; al mismo tiempo en otro microscopio una experimentada técnica hacía lo mismo extrayendo un núcleo pero de una célula cultivada sana, y entonces se hizo la transferencia colocando el Dr. Cantú el núcleo de la célula reparada en el óvulo sin núcleo y después de seis horas de incubación, fue colocado el zigoto en medio de un receptáculo que tenía dos electrodos que corrían longitudinalmente; se le aplicó una descarga eléctrica de milivolts para poner en marcha el proceso vital del óvulo. Inmediatamente fue colocado en la estufa incubadora para esperar su desarrollo hasta la fase de embrión de ocho células.

El procedimiento de transferencia nuclear se multiplicó por cinco, para tener embriones sustitutos en caso de cualquier falla.

Cansado en la soledad de mi cuarto repasé y saboreé la experiencia vivida en esta parte de mi entrenamiento, y no pude menos que cavilar en que lo que habíamos hecho, era algo grandioso, ayudar médicamente al pre paciente humano más diminuto esencia misma de la herencia, el gene; y todavía algunas personas atemorizadas preguntan:

- ¿No están yendo demasiado lejos con todas esas manipulaciones genéticas? ¿Acaso no temen a las consecuencias?-.

Si a mi me preguntaran respondería con otras preguntas:

- ¿Qué tan lejos es demasiado lejos cuando se trata de cambiar vidas devastadas por la desgracia genética?-

- ¿Qué le diríamos dentro de 15 años a un niño nacido hoy con una terrible enfermedad genética?-

 “Fíjate que con mucha pena te digo que podríamos haber previsto o tratado tu enfermedad cuando eras un embrión, pero no lo hicimos porque era un camino peligroso y no quisimos correr riesgos por temor a no controlar las consecuencias”.

¿Sería eso muy satisfactorio?

Con esas y otras elucubraciones filosóficas, me quedé profundamente dormido, con la certeza de que dentro de 72 horas se implantarían los embriones en el útero de Laura y obtendríamos en el período de un mes una prueba de embarazo positiva y después el nacimiento de un niño completamente sano.

El Dr. Cantú citó a reunión general en la sala de juntas, como regularmente lo hacía, con el fin de conocer el grado de avance que guardaban los procesos de las distintas terapias génicas que allí se llevaban a cabo, así  como para aclarar dudas y resolver problemas que se fueran presentando.

En una parte de la sesión el Dr. Cantú dijo:

“Nos están canalizando una paciente embarazada casi a término con una alteración genética en los genes ADA causantes de la poco frecuente enfermedad inmunológica llamada Inmuno Deficiencia Severa Combinada o SCID por sus siglas en el idioma Inglés, muy parecida en su sintomatología y consecuencias al temido SIDA, aunque no es producida por el virus VIH.”

El Dr. hizo una pausa para abrir un expediente y continuó:

“La paciente tiene antecedente de nacimiento de un producto anterior con desastre genético, el cual falleció sin poderse llevar a cabo un transplante de médula ósea. Esta enfermedad ha sido estudiada  y experimentada desde 1993, por el Dr. Ronald Khan quien era Director del programa de Geneterapia en el “Children Hospital” de Los Angeles, California, con resultados parciales; nosotros trataremos de ir más allá de los trabajos del Dr. Khan con la esperanza de obtener un mejor logro.”

Cuando llegó el momento del parto, yo estaba allí con mis tubos estériles heparinizados para recoger la sangre del niño de su cordón umbilical. Los trasladé al laboratorio para hacer un recuento celular y después aislar las células madre o leucoblastos que son las responsables de la producción de glóbulos blancos encargados de las defensas del organismo. Mediante centrifugación y lavados aislamos las células madre; ahora había que introducir el gene ADA sano dentro de los leucoblastos para reparar los genes mutantes.

Para esta clase de células no funciona la corriente eléctrica para abrir los poros de la membrana celular, por esta razón se tiene que recurrir a unos diminutos seres vivientes que sí atraviesan la membrana con facilidad: los virus.

Para eso el Dr. Cantú solicitó con antelación al Instituto de Virología, que nos prepararan virus inocuos con el gene ADA sano marcado con isótopo radioactivo, e integrado a su rudimentario genoma. Este marcaje radioactivo inofensivo, sería de mucha utilidad para conocer la viabilidad de las células, ya que carecíamos de estadísticas y no sabíamos si esas células irían a vivir algunas semanas o meses; de esta manera era fácil detectarlas mediante un contador Geiger.

Pusimos en contacto en una incubadora, las células madre con nuestros virus durante una noche, para dar oportunidad a que ellos se introdujeran en sus nuevos huéspedes y luego las sometimos durante tres días a cultivo con nutrientes adecuados.

Durante el proceso de mutua reproducción, el virus necesita del ADN de la célula y es allí donde el virus deja el gene ADA sano que le da a la célula capacidad de multiplicarse sin defecto genético. Cuando tuvimos suficiente cantidad de células reproducidas sanas, el Dr. Cantú decidió practicar la terapia génica al niño recién nacido, con el debido consentimiento escrito de los padres.

Ahora venía lo principal, lo más riesgoso y delicado, administrar el primer paquete de células corregidas al torrente sanguíneo del infante; podía presentarse una gran reacción alérgica aún cuando las células eran homólogas, y eso significaba perjudicar al pequeño paciente hasta llegar irremisiblemente a la muerte.

Con todo el equipo médico de emergencia listo y el personal en actitud de alerta, el Dr. abrió la lleve por donde empezó a pasar aquel bloc de células diluidas hasta 25 c.c. en una solución isotónica; los primeros minutos, uno....dos.... tres....cuatro....cinco, fueron de angustia.

- ¡Dr., está aumentando el ritmo cardiaco!-  dijo la enfermera viendo el monitor que tenía a su lado.

- Aplíquele antihistamínico - respondió el médico con voz segura.

....seis....siete....ocho...nueve...

- Se está normalizando Dr.- informó de nuevo la enfermera-

- Qué bien- respondió el galeno mostrando en su rostro una mezcla de preocupación pero también de esperanza.

Todo salió bien y al saberlo los atribulados padres del niño emitieron un suspiro de alivio.

Hasta esta etapa llegó el Dr. Khan con su paciente en el “Children Hospital,” pero posteriormente tuvieron que administrarle al niño una terapia enzimática de sostén muy onerosa. A los cuatro años de edad, suspendieron el tratamiento para obligar al sistema inmunológico del niño a que se defendiera solo, pero el resultado fue parcial.

Nosotros seguiríamos más adelante, administrando periódica y constantemente más células sanas hasta enseñar al organismo del pequeño a producir cada vez más sus  propias células de defensa; tendríamos al niño bajo control de infecciones, cuentas leucocitarias constantes y monitoreo cuantitativo de células marcadas.

El resultado sólo lo sabríamos con el tiempo.

Fue tanto lo que aprendí a mi paso por esos departamentos, y lo fácil que me adapté al sistema de trabajo, que sentí tristeza cuando llegaron los nuevos becarios a ocupar nuestro lugar, así que con todo y pena fuimos a parar al laboratorio de investigación de la Facultad de Veterinaria y Zootecnia de la Universidad.

Allí nos recibió la Dra. Veterinaria Ana Bonfil quien tenía un Doctorado en Biotecnología Avanzada en el Instituto Tecnológico de Massachusetts. Nos presentó a su personal y nos enseñó las instalaciones donde íbamos a desarrollar nuestro aprendizaje.

De inmediato nos integraron a uno de los programas que estaban empezando a realizar y era relacionado con el gene del crecimiento en ratones.

La investigación consiste - nos dijo Lucas León, uno de los científicos- en introducir el gene del crecimiento de un animal grande a uno más chico de su subespecie con el objeto de aplicarlo más tarde a la ganadería y a otras especies animales. El experimento ya se realizó en 1982, pero ahora emplearemos una técnica modificada. Hoy nos dedicaremos a seleccionar el equipo y a evaluar la salud de nuestros especimenes, para mañana empezar con el programa.

Al día siguiente comenzamos primero, con la cirugía de algunas ratonas blancas para obtener los óvulos receptores, los cuales fueron sometidos a crio-conservación controlada.

Segundo, obtención de tejido de ratón blanco para cultivar células.

Tercero, obtención de tejido de rata blanca macho para cultivo de células.

Después de tres días de cultivo, que por supuesto nos tocó cuidar a nosotros, incluyendo el domingo, el técnico analista en genes, procedió a fraccionar enzimáticamente el ADN de los núcleos de las células cultivadas de la rata macho y separar por electroforesis las fracciones conocidas que contenían el gene del crecimiento; después marcamos esas secuencias de ADN con colorante fluorescente y por fin pusimos en contacto las células cultivadas de ratón con las fracciones marcadas de la rata macho, mediante descarga eléctrica tal como se describió en terapia génica.

Una vez que comprobamos que el gene marcado de la rata se había incorporado al ADN de la célula del ratón, procedimos a efectuar la transferencia nuclear o clonación, instalando el núcleo marcado del ratón en un óvulo enucleado y luego esperado el desarrollo del embrión.

Esta operación la realicé yo solo hasta cinco veces con mucha soltura, por la práctica que había adquirido en el laboratorio anterior, lo mismo hizo mi compañero, con el objeto de tener suficientes embriones para repetir el experimento.

El Dr. Veterinario Lucas, transfirió tres embriones al útero de una ratona, pues nosotros no estábamos familiarizados con el aparato genital de estas serviciales roedoras, y también por miedo a que los productos pudieran desarrollarse de manera anormal. Pronto lo veríamos pues el tiempo de gestación de estos animaluchos es muy rápido.

Impacientes y curiosos seguíamos el embarazo de “Cusi” que así la bautizamos cariñosamente, y le prodigábamos cuidados a granel, mientras que ella nos miraba con sus ojos rojos y moviendo sus  grandes bigotes. Cuando observamos que la ratona empezó a formar su nido dentro de su jaula, la llevamos a la obscuridad y advertimos a Lucas para en caso de una cesárea.

Cusi parió con algo de dificultad dos ratoncitos desnudos y con los ojos cerrados, un poco más grandes que lo normal, lo cual nos llenó de gusto al pensar que podíamos haber tenido éxito. Claro que todo el proceso se iba registrando por medio de vídeo.

Los días fueron transcurriendo y los ratoncillos fueron creciendo hasta sobrepasar a su madre, hasta alcanzar casi el doble de altura de los demás ratones de su especie; eran clones exactos del ratón que cedió sus células, y grandes por efecto del gene prestado de la rata macho.

Esto llenó de júbilo a todo el equipo de investigadores y técnicos, pues si esto funcionaba ahora bien, en animales superiores, podría ser un recurso formidable para ayudar a la economía de los productores del país y poner los productos proteicos al alcance de la gente de bajos recursos; pero primero había que observar con detenimiento, que todos los sistemas y funciones de los animales se desempeñaran correctamente, para no repetir el error que se cometió por los investigadores en los ochentas, con cerdos transgénicos que nacieron con sus sistemas afectados, por causa del gene del crecimiento. 

La Dra. Bonfil nos dijo en una junta regular:

“Nos están pidiendo con mucha insistencia de los hospitales infantiles tanto institucionales como privados, que emprendamos el proyecto en grande de producir vacas transgénicas con el factor anti-hemofílico, como se está haciendo en otros países.

Hemos platicado con las Autoridades Administrativas y hemos logrado un aumento de presupuesto para abordar este propósito. La Unión Ganadera a puesto a nuestra disposición un hato de vacas lecheras de alto registro, que se encuentran ya en nuestra granja experimental, para llevar a cabo la clonación transgénica, así que les pido que demos prioridad a este plan y nos pongamos a trabajar de inmediato.” Se oyeron voces de entusiasmo y entonces fue cuando yo dije provocando la risa de mis compañeros:

- Soy voluntario para aportar mis genes-

En breve tiempo nos trasladamos a la granja donde los médicos veterinarios evaluaron la salud de las hermosas vacas, tomaron muestras de sangre, tejido mamario y las prepararon hormonalmente tanto para recoger óvulos como para dejarlas aptas para recibir embriones.

En el laboratorio con las muestras completas, conservadas adecuadamente y clasificadas, se hizo el plan y la división de trabajo para obtener resultados óptimos. Aplicaríamos la técnica del Dr. Ian Wilmut y colaboradores según los lineamientos del Instituto Roslin de Edimburgo, con las modificaciones más recientes que han aumentado la efectividad del método.

Me encontraba en una de las oficinas frente a una computadora buscando unas informaciones de registro, cuando de pronto apareció en la puerta, una técnica con una sonrisa diabólica en su rostro y en sus manos una charola con horribles instrumentos de tortura para destazar humanos.

- ¡Demonios! - dije compungido -

- Esto me pasa por soltar la lengua -

A mi compañero y a mi, nos encomendaron el cultivo y la custodia de las células mamarias y las mías. A los tres días, vino por mis células multiplicadas, el verdugo encargado de fraccionar los núcleos de mis células y obtener el ADN donde estaban contenidos mis genes normales responsables de producir el factor IX de la coagulación.

Una vez logrado este objetivo, se incubaron juntos los genes humanos marcados y las células de la glándula mamaria de la vaca mediante descarga eléctrica, para introducir los genes al núcleo de la célula bovina. Comprobado esto microscópicamente con luz ultravioleta, se seleccionaron las células exitosas y se sometieron nuevamente a reproducción mediante cultivo.

Los siguientes pasos ya son conocidos de ustedes:

Transferencia Nuclear o Clonación, incubación por seis horas, activación por descarga eléctrica y esperar la fase de embrión de ocho células madre.

Después de esta secuencia, venía otra modificación al método, que consiste en extraer una célula madre del embrión e introducirla en otro óvulo enucleado, incubar por seis horas, activar con corriente eléctrica  e incubar nuevamente otra vez hasta la fase de embrión de ocho celdillas. Así pudimos obtener suficientes embriones transgénicos crío-conservados, que pusimos a disposición de los médicos Veterinarios para transferirlos a los úteros bovinos, cuando se presentaran las condiciones más favorables.

Para cuando nos transfirieron al laboratorio de Fitogenética, seis de las vacas estaban embarazadas con nuestros embriones transgénicos y a cuatro se les seguía intentando con la intención de lograrlo. Yo me sentía orgulloso de haber colaborado en tan formidable proyecto y también al pensar que esas terneras clonadas que iban a ser idénticas todas a la vaca que “donó” las células mamarias, llevaban agregado en su genoma un gene humano, el mío, y que iba a ordenar -cuando fueran adultas,- la producción del factor anti-hemofílico en su leche que ayudaría a muchos niños con esa terrible enfermedad genética hemorrágica. Mis compañeros me regalaron un bonito portaplumas de escritorio con una ternera y una plaquita en la que se leía: “Hija del Químico Bernier”.

El laboratorio de Fitogenética estaba situado en el último piso de la Torre de Ciencias y desde allí se observaba una bella panorámica de 360 grados de la Ciudad Universitaria. Era diferente a otros laboratorios en los que estaba acostumbrado a trabajar, y aunque tenía todo el equipo moderno que me era familiar, la presencia de plantas, bacterias e insectos lo hacían verse distinto a cualquier otro.

El Director era el Dr. en Ingeniería Fitogenética, Ángel Lima egresado del MIT, quien también era jefe del Centro Nacional de Investigación de Estudios Avanzados.

Como es el protocolo, el Director nos presentó al personal profesional y técnicos que lo auxiliaban en las diferentes investigaciones y de inmediato nos asignaron a un programa relacionado con la mal afamada, vilipendiada y polemizada soya o soja.

El investigador encargado del proyecto, el Botánico Sergio Blanco, nos dijo tomando una pose doctoral:

“Desde la publicación de un trabajo en el New England Journal of Medicine de la Universidad de Nebraska, esta planta tan nutritiva  -dijo tomando una maceta con una planta de soya - ha sido objeto de crueles y arteros ataques de parte de sus detractores. Como ustedes se habrán enterado  la soya fue transgenizada con genes de la nuez del Brasil con el objeto de mejorar su capacidad nutritiva al proporcionar a ésta una mayor concentración del aminoácido metionina, pero inconscientes de que esta planta fuera capaz de provocar reacciones alérgicas en personas sensibles a este tipo de nuez.” -dijo mirando sin punto fijo a través de la ventana-

“Los investigadores de Nebraska demostraron que los genes transferidos a la soya eran responsables de las crisis de alergia en los consumidores sensibles, cuando provocaron reacciones positivas a la soya transgénica a una serie de personas alérgicas a las nueces del Brasil; las pruebas realizadas en los mismos pacientes usando soya normal, fueron totalmente negativas. Esta investigación hizo que esa partida del producto analizado no llegara nunca a ponerse a la venta en el mercado.” -puntualizó un tanto decepcionado-

“Así que el objeto de este plan es sustituir el gene alergénico en la soya por otro gene no alergénico pero que también le proporcione a la planta igual o más valor nutritivo que evaluaremos mediante un análisis bromatológico de proteínas.”

- Aquí tienen la información para que la estudien - dijo al momento que nos entregaba una carpeta a cada uno.

- Les diré a grandes rasgos sin entrar en detalles, cómo se fabrica una planta transgénica:-

“Lo primero es aislar la fracción de ADN que contiene el gene específico que se va a insertar en la planta, en este caso ensayaremos gene de aguacate y gene de girasol cada uno por separado, pero no crean que por este motivo la planta de soya tendrá el sabor de aguacate o girasol, - nos dijo considerándonos como un par de idiotas genéticos- porque el gene puede provenir también de una bacteria, de un virus o incluso de un animal - volvió a decir confirmando lo anterior- y continuó explicando:

Como no se puede introducir un gene desnudo directamente en la planta,  hay que construir una estructura que contenga: el ADN de la Soya, la fracción de ADN o gene específico del aguacate, un marcador que es un gene resistente a determinados antibióticos y el ADN de una bacteria inocua.

Este nuevo andamio bacteriano se inserta en una bacteria común llamada Escherichia coli que, como cualquier bacteria, lleva su material genético dispuesto en forma circular llamado plásmido y no como la doble hélice en los cromosomas humanos -dijo cada vez más inspirado -.

Ahora, este material genético se transfiere a otra bacteria modificada inocua llamada Agrobacterium, que será la que finalmente transportará  todos estos genes, cuando ésta “infecte” a las plantitas de soya y les transfiera su información genética.

Pero no todas las plantitas se infectan, para saberlo las haremos crecer en un nutriente que contiene antibiótico. Sólo las plantas que llevan el gene marcador resistente al antibiótico, sobrevivirán, el resto morirá, eso nos indicará que el gene del aguacate está en el genoma de la planta.” - dijo el sabio Botánico dando fin a su explicación.-

- Esto es más complicado que transferir genes a humanos y animales- externó mi compañero Biólogo.

- Sí, pero tiene la ventaja de que la materia prima es muy fácil de adquirir- externó a su vez el Botánico Blanco.

En un momento libre después de tomar mis alimentos, busqué en la biblioteca del laboratorio alguna información sobre la soya, y encontré una revista Salud y Medicina que incluía un suplemento sobre Biotecnología y un título que decía: “Las Semillas de la Discordia” y como subtítulo: “La llegada de alimentos transgénicos produce una inquietud no siempre justificada”.

La leí y pude enterarme de las acusaciones que se hacían en contra de la pobre soya. Entre otras cosas decía que la Organización Ecologista Greenpeace armó gran escándalo e incluso enfrentamiento con la policía de Barcelona España, cuando trataron de impedir la llegada de un barco mercante con semilla de soya transgénica al puerto de Ciudad Condal.

Acusaban a la semilla de soya de producir un aumento muy importante de ataques de asma cuando respiraban el polvo de la cáscara en el aire y un incremento de ingresos por broncoespasmo severo en los hospitales, hasta eso que documentada y demostrada en publicaciones médicas.

En una parte de la revista dice textualmente:

“Sin embargo, el que la soya transgénica pueda ser peligrosa para la salud, por otros motivos que los de la alergia que provoca su cáscara cuando se descarga en el puerto, es algo muy distinto pero que comienza a preocupar a mucha gente. A este tipo de soya se le acusa de que su patrimonio genético, modificado recientemente por los especialistas, no es seguro para la salud humana. Una acusación lanzada al aire pero sin una base científica sólida que la pueda probar.”

Me quedé un rato meditando y pensando: El que la ciencia pueda proporcionar al mundo un alimento barato y más nutritivo como la soya transgénica, es un beneficio para miles de personas de todos los países  que no tienen al alcance de su mano los recursos para consumir productos de alto contenido proteínico como la carne; es algo muy encomiable para combatir el hambre en la tierra.

El que la soya transgenizada haya heredado el gene alergénico de la nuez del Brasil, no es motivo para que se prive a millones de hambrientos que no son alérgicos, la oportunidad de llevar a sus enjutos estómagos las valiosas proteínas que conformen el armazón estructural de sus escuálidos cuerpos.

Creo que bastaría con poner en la etiqueta del producto elaborado:

“Este producto es perjudicial a personas alérgicas a las nueces”    

 Sigo tratando de entender el por qué de estos antagonismos entre defensores y detractores de los alimentos y productos transgénicos.

Pienso que las reacciones del público ante la ciencia y la tecnología suelen ser extremas: o de admiración sin límites o de hostilidad ciega en el límite del horror. Si personas ignorantes, mal informadas o mal intencionadas manejan la información en sentido negativo como cuando se expresan de los transgénicos como “Alimentos Frankenstein” o “Bombas de tiempo biológicas” o “Riesgo potencial para la salud,” entonces la reacción pública es adversa, miedosa y reticente a las bondades que la ciencia pueda ofrecer en beneficio de la humanidad tan necesitada de alimentos de calidad; entonces, - como pregunta Harold Kroto premio Novel de Química:-

“¿Cómo podrán los ciudadanos dar su opinión e influir en las decisiones que les afectan si no entienden sus aspectos científicos y tecnológicos?” y continúa diciendo: “Los problemas que la Genética planteará en el siglo XXI serán tan enormes que no se podrán resolver sin una mayor cultura científica.”

Empezamos a desarrollar nuestro trabajo, mi compañero trabajaría con genes de girasol, mientras que yo me encargaría de integrar a la planta los genes de aguacate, bajo la dirección siempre atenta de nuestro sabio Botánico.

Así seguimos paso por paso, fracasando y volviendo a empezar hasta que pudimos obtener unas cuantas plantitas transgénicas a las que cuidábamos con amor y esmero; después vendría la segunda fase que consistiría en buscar su resistencia a plagas y herbicidas, de tener éxito, podría ser la famosa soya mexicana transgénica libre totalmente de alergenos y de alto valor proteínico, ¡mmmh! sonaba bien. Yo no alcanzaría a ver los resultados, el curso intensivo agotador, estaba llegando a su fin.

En los diferentes departamentos de Fitogenética, se estaban llevando a cabo  algunos proyectos de plantas transgénicas, como en muchas partes del mundo, pero adaptados a las condiciones propias de  nuestro país; en una sección se estaba trabajando con multitud de variedades de maíz  buscando resistencia contra nuestros propios insectos; en otro departamento se estaba tratando de eliminar o sustituir el gene responsable de producir el alcaloide cafeína en la planta del café, sin perder el “bouquet” que los buenos bebedores exigen de este aromático brebaje.

Mas allá se trabajaba con nuevos genes para las sabrosas papas, que impedirían al tubérculo absorber la mayoría del aceite en que se fríen con lo que disminuirían las calorías que tiene una ración de papas fritas.

Una investigación muy importante desde el punto de vista industrial se estaba realizando en un departamento con el algodón, donde se trataba de producir una planta transgénica con un gene que produce una enzima que destruye las pectinas, las cuales son responsables de fijar la cera a las fibras, misma que dificulta grandemente la firmeza del teñido. Y así con los girasoles con mayor cantidad de aceite, los tomates tan valorados por los naturistas por su licopeno como agente de prevención del cáncer de pulmón, próstata, tumores del tracto digestivo, la ateroesclerosis y ataques cardiacos, se les estaba buscando un gene para maduración mas lenta y resistencia a las plagas,  las fresas resistentes a las heladas, etc. ¿No es esto asombroso? Pregunto.

Definitivamente la Ciencia Genética es el catalizador mágico para la evolución del nuevo hombre.

Actualmente en Norteamérica el 25 % del maíz, el 38 % de la soya y el 45 % del algodón ya son genéticamente modificados, en diez años más, el 90 % de la producción nacional será de productos transgénicos, dicen los expertos; es una industria de muchos millones que crece exponencialmente y los partidarios de su desarrollo afirman que estas cosechas asegurarán el abastecimiento alimentario del mundo, con mayores rendimientos y menos insecticidas, fertilizantes químicos y herbicidas.

Pero lo que más me ha impresionado dentro de la Fitogenética por sus grandes alcances en medicina preventiva en el mundo, especialmente en los países poco desarrollados, han sido los avances en el campo de la ingeniería genética que han facilitado el desarrollo de vacunas de ADN recombinante para uso en seres humanos.

La utilización de frutas como el plátano, el tomate, etc. para la producción de vacunas humanas será un medio extremadamente barato de inmunización oral masiva, simplemente mediante el consumo del fruto.

Se han obtenido plantas que producen proteínas de alto valor para uso terapéutico como anticuerpos, seroalbúmina y hormona del crecimiento; aquí en nuestros laboratorios sobre todo en el Centro de Investigación y Estudios Avanzados se trabaja con frutos que contengan vacunas contra la hepatitis, cólera, amibiasis y paludismo, ya se han obtenido magníficos resultados.

Me dirigía a los elevadores al término de mi agotadora jornada, cuando timbró mi teléfono celular, era mi esposa que se reportaba para tener noticias de mis últimos movimientos en la agitada metrópolis. A grandes rasgos le platiqué los últimos acontecimientos y le indiqué que se pusiera en contacto con el Dr. Flavio Figueroa nuestro traumatólogo, pues ya era tiempo de la operación del niño, así que tendría que afrontarlo ella misma.

Cuando el impaciente de Quiqui tomó la bocina me dijo:

- Hola papi, ¿cuando vengas me traes una vaca transgénica?-

- No se puede hijo, son del laboratorio de investigación- le dije riéndome de su ocurrencia.

- Entonces tráeme un ratón transgénico -

- Pero hijo como voy a ir cargando un ratón en el avión, mejor te consigo uno allá- dije en tono festivo.

- ¡No! yo, quiero un hijo de Cusi - contestó categórico.

- Bueno veré que puedo hacer. Mándame un beso-

Y me mandó un beso.

En una de las paredes del pasillo de la entrada principal a los laboratorios, una persona estaba pegando una hoja tamaño póster con la información de los eventos científicos y conferencias que se efectuarían en esos días, me detuve para enterarme y algo me llamó poderosamente la atención:

“Alimentos Transgénicos” por el Dr. Norman Borlaug; hice rápidamente memoria y me dije: Sí, Norman Ernest Borlaug, nada menos que Premio Novel de la Paz en 1970, muy querido y admirado en mi Sonora cuando fue Director en los 60’s del Centro de Investigaciones Agrícolas del Noroeste, CIANO; levantó la producción de trigo con sus variedades enanas y resistentes e inició la Revolución Verde en el mundo.

¡Claro que asistiría! así como gran parte de los “fitogenéticos” ¿Dónde? me pregunté.....en el Centro de Convenciones del Centro Médico, ¡Que bien! cerca de mi habitación.

En la fecha, un 24 de octubre, ya me encontraba cómodamente sentado junto con otros compañeros esperando con gran interés la conferencia del investigador norteamericano de Cresco Iowa.

El presentador leyó el amplio curriculum del veterano Dr. y cuando mencionó su nombre, recibió un ensordecedor cúmulo de aplausos. El galardonado tomó posesión del podium con la serenidad y el aplomo que caracterizan a las personas acostumbradas a este tipo de eventos científicos; a pesar de su edad, su apariencia era la de un hombre bien conservado y con una mente lúcida.

Empezó su conferencia con estas palabras:

 “Hace ya muchos años, en mi discurso de aceptación del Premio Novel de la Paz, dije que la revolución verde era una victoria temporal en la guerra del hombre contra el hambre, pero que, si se impusiera, habría suficiente alimento para la humanidad hasta finales de este siglo.”

Dijo esas palabras desparramando la vista sobre un auditorio repleto, y luego continuó pausadamente en un español muy aceptable.

 “Pero advertí que, a menos que se frenara el terrible poder de la reproducción humana, el éxito de la revolución verde sería efímero. La ciencia agrícola hasta ahora, ha podido satisfacer las demandas de producción de alimentos como estaba proyectado, pero el monstruo de la población continúa desbocado.

Tan solo en los noventa, la población mundial ha crecido casi en mil millones de personas y aumentará otro tanto en la primera década del siglo XXI.”

 “Los ecologistas extremistas de las naciones ricas parecen hacer todo lo que pueden para detener el progreso científico. Pocos, pero vociferantes y altamente efectivos, predicen el caos y provocan temores, frenando la aplicación de la nueva tecnología ya sea la transgénica, la biotecnología, o métodos más convencionales de ciencia agrícola, como ejemplo puede verse la campaña en contra de los transgénicos por activistas británicos y de otros países europeos.”

El Dr. Borlaug, quien fuera profesor de la Universidad de Minesota, siguió hablando durante muchos minutos y se refirió con alarma a aquellos elitistas que niegan a los pequeños agricultores del tercer mundo el acceso a las semillas genéticamente mejoradas y otros apoyos agrícolas para alcanzar el desarrollo económico.

 Habló también de ser ambientalmente responsables y del pensamiento equivocado de los extremistas que se aprovechan de la falta de conocimientos del público, sobre las complejidades de la Biología. También expresó:

 “Gracias al desarrollo de la ciencia en los dos últimos siglos tenemos ahora la visión de la genética vegetal y la capacidad reproductora para hacer a propósito lo mismo que hizo la madre naturaleza en el pasado por casualidad o por designio. La modificación genética de los cultivos no es una especie de brujería; como el cultivo mismo, pretende dominar las fuerzas de la naturaleza para beneficio de la alimentación de la raza humana.”

Después de hacer una breve pausa para humedecerse la garganta con agua embotellada y reacomodar sus lentes, el Premio Novel continuó hablando de muchas cosas más, de entre ellas pude entresacar: que actualmente grandes áreas comerciales se siembran con variedades transgénicas e híbridos de algodón, maíz y papas que contienen genes, que de manera efectiva controlan diversas plagas de insectos; que ha habido grandes adelantos en el desarrollo de plantas transgénicas de algodón, maíz, soya, remolacha y trigo con tolerancia a diversos herbicidas y que con esto se reduce el daño a los cultivos y aumenta el rendimiento de las cosechas, así como también los genes insertados de algunas especies ayudan a los cultivos a soportar condiciones de sequía.

 Finalmente el eminente científico, terminó citando el último párrafo de un manifiesto que ha sido firmado por miles de expertos destinado a los dirigentes del mundo:

“Los más grandes males que acechan a nuestra tierra son la ignorancia y la opresión, y no la ciencia, la tecnología o la industria, cuyos instrumentos, cuando se manejan adecuadamente, son herramientas indispensables para salvar la sobrepoblación, el hambre y las enfermedades mundiales”

 “Los científicos agrícolas tienen la obligación moral de advertir a nuestros líderes políticos, educativos y religiosos sobre la magnitud y seriedad de los problemas de las tierras cultivables, los alimentos y la población que habrá en el futuro. Ellos deben también reconocer el efecto indirecto de las enormes presiones que ejercen los humanos sobre los hábitat de muchas especies silvestres de flora y fauna, llevándolas hacia la extinción.

Si no podemos hacerlo estaremos contribuyendo al caos de incalculables millones de muertes por hambre. El problema no va a desaparecer solo.”

 Un estruendoso aplauso se dejó escuchar por todo el auditorio, reconociéndose así la sapiencia de este personaje con presencia mundial. Cuando se hubo hecho de nuevo el silencio, una persona del público que estaba formado no únicamente por científicos, tomó la palabra y se dirigió así al famoso investigador:

 - Dr. Borlaug, tengo dos preguntas que plantearle y me gustaría que fuera tan amable en aclarármelas- El Dr. asintió.

 1. “Se ha acusado a la manipulación genética de semillas, de elevar el riesgo de creación de resistencias antibióticas en muchos microorganismos, de modo que podrían surgir bacterias potencialmente peligrosas para el hombre.”

 2. “Las plantas transgénicas podrían desequilibrar la naturaleza y reducir la biodiversidad por la desaparición de insectos y pájaros.”

“Con respecto a su primera pregunta puedo decirle que en la primera fase de manipulación de genes en casi todas las experiencias de creación de plantas transgénicas, se involucra el uso de segmentos de ADN resistentes a dos tipos de antibióticos: la kanamicina y la neomicina. Estos segmentos se usan como marcadores que después de la primera fase no tienen trascendencia alguna en el resto del experimento.

En primer lugar, nunca se ha demostrado que un marcador comido por la boca haya sido transmitido a una bacteria del intestino, así que dudamos  de que esa posibilidad llegue a ser realidad alguna vez ya que existen muchos condicionantes biológicos que la hacen ciertamente improbable.”

 “En relación a su segunda pregunta, creo que sería un efecto que habría que comparar con los beneficios y mejoras económicas que pueda acarrear. Además se han observado casos de adaptación de especies a la nueva situación; así que los amantes de la biodiversidad tendrán que convencernos a nosotros los amantes de la humanidad de que para el futuro de la Tierra es más conveniente un arroz que se pudre, un girasol que produce menos aceite o un maíz que no resiste a los insectos.

 Cuando empezaron las preguntas de carácter técnico, me encaminé a mi habitación rumiando algunos conceptos de la conferencia y tranquilamente me tomé el resto del día.

 Por fin el curso intensivo llegó a su término a mediados del mes de diciembre, me despedí de todos mis nuevos amigos y me “regalé” del laboratorio de investigación, una jaula pequeña y un ratón blanco ordinario, con boleto pagado en el departamento de equipaje, que iría a parar a manos de mi pequeño futuro investigador.

 En el Departamento de Becarios, el Dr. Hollander me entregó mi constancia de curso terminado con una evaluación general de Excelente, cosa que me llenó de satisfacción.

 Al aterrizar en Ciudad Obregón, vi a mi guapa esposa y a mi pequeño Quiqui quienes agitaban alegremente sus manos.